28 noviembre 2020 Fuente de la imagen, Códice Florentino/UNAM Pie de foto, Los indígenas del centro de México sufrieron una mortal epidemia de viruela en 1520. Los mexicas no sabían qué era esa rara enfermedad. En 1520 empezó a esparcirse por la ciudad prehispánica de México-Tenochtitlan lo que llamaron hueyzahuatl, vocablo náhuatl que se traduce como «la lepra grande», o «la de granos mayores».
Era la viruela, que llegó en el peor momento: se encontraban en plena batalla por defender la capital del imperio mexica, también llamado azteca, ante los conquistadores españoles. Pero se enfermaron. Y lo que fue una tragedia para unos, para otros fue una señal divina. «Dios consideró adecuado enviar la viruela a los indios y hubo una gran pestilencia en la ciudad», relató el soldado y cronista Francisco de Aguilar.
Los historiadores afirman que la viruela llevada a América en los viajes de los conquistadores desde Europa fue la primera pandemia en el conteniente hace 500 años. Como ocurre con la pandemia de covid-19 que vive el mundo actualmente, mató a decenas de miles cuando pasó de las islas de El Caribe a México, Centro y Sudamérica a partir de 1520.
¿Cómo le decian los aztecas a la viruela?
Se piensa que la ‘muerte fácil’ pudiera ser la viruela, llegada desde Darién hasta el norte del Yucatán, a lo largo de la América Central, con anterioridad al desembargo de Narváez. En Mahoa los mexicanos llamaron a la viruela ‘Teozahuatl’ (grano divino). Mató a varios guerreros, entre ellos al valeroso Cuitláhuac.
¿Qué enfermedad común en Europa pero desconocida en Mesoamérica diezmó la población mexica lo que facilito la victoria final de los españoles?
La viruela o viruela negra fue la enfermedad llevada por los españoles a tierras mexicas y que facilitó la victoria frente al Imperio Azteca.
¿Qué virus mató a los aztecas?
28 noviembre 2020 Fuente de la imagen, Códice Florentino/UNAM Pie de foto, Los indígenas del centro de México sufrieron una mortal epidemia de viruela en 1520. Los mexicas no sabían qué era esa rara enfermedad. En 1520 empezó a esparcirse por la ciudad prehispánica de México-Tenochtitlan lo que llamaron hueyzahuatl, vocablo náhuatl que se traduce como «la lepra grande», o «la de granos mayores».
- Era la viruela, que llegó en el peor momento: se encontraban en plena batalla por defender la capital del imperio mexica, también llamado azteca, ante los conquistadores españoles.
- Pero se enfermaron.
- Y lo que fue una tragedia para unos, para otros fue una señal divina.
- Dios consideró adecuado enviar la viruela a los indios y hubo una gran pestilencia en la ciudad», relató el soldado y cronista Francisco de Aguilar.
Los historiadores afirman que la viruela llevada a América en los viajes de los conquistadores desde Europa fue la primera pandemia en el conteniente hace 500 años. Como ocurre con la pandemia de covid-19 que vive el mundo actualmente, mató a decenas de miles cuando pasó de las islas de El Caribe a México, Centro y Sudamérica a partir de 1520.
¿Qué enfermedades tenian los aztecas?
Medicina y etnobotánica aztecas | Offarm Dominada por unas leyes rígidas y cercenada por numerosos tabúes, la civilización de los aztecas o mexicas supo desarrollar, sin embargo, una medicina y una farmacopea eficaces basadas, en gran parte, en el conocimiento empírico.
- Pese a ello, y al igual que la de muchas culturas y civilizaciones antiguas, la práctica terapéutica azteca era una mezcla enmarañada de magia, de conocimientos contrastados por la experiencia y de religión.
- El ambivalente dios azteca Xochipilli podía provocar y sanar enfermedades al mismo tiempo.
- La magia, sobre todo, estaba muy presente en los métodos curativos de los médicos aztecas, porque la enfermedad solía atribuirse al hechizo de algún brujo inicuo y hacía falta, por tanto, una acción mágica para contrarrestarla.
La religión también influía, porque los aztecas creían que algunas divinidades enviaban enfermedades y que otros dioses las curaban. Pero la terapéutica azteca también estaba basada en conocimientos empíricos como la importancia de la higiene, de los baños de vapor, de la desinfección y de las sangrías, y sobre las propiedades de los minerales y de las plantas, conocimientos que se adquirieron según un proceso no muy distinto del que hubiera empleado la ciencia actual.
El médico azteca, como bien explica Soustelle 1, era, ante todo, un brujo bueno admitido y apreciado por la misma sociedad que reprobaba al hechicero experto en maldiciones, al mago negro 2, Entre los maleficios que causaban enfermedades destacan especialmente los que consistían en la introducción mágica de un cuerpo extraño, lo que explica la existencia de curanderas con funciones tan extrañas como la de extraer piedras del cuerpo o gusanos de entre los dientes y de los ojos.
La creencia en la introducción mágica de cuerpos extraños también la profesan los nahua estudiados por Soustelle en la sierra de Orizaba y, como quiera que estos descendientes de los antiguos mexicas atribuyen a menudo las enfermedades a los sufrimientos infligidos por el hechicero al doble animal o «tótem viviente» del enfermo, es probable que sus predecesores también creyeran en estas malignas influencias y que sus curanderos hubieran tenido que hacerles frente.
- Pero más a menudo que en la lucha contra estos encantamientos, la función mágica del médico se manifestaba, sobre todo, en el momento del diagnóstico.
- Para determinar el carácter de la dolencia y averiguar su causa, los médicos aztecas se basaban, no tanto en la observación de los síntomas como en la adivinación.
Para ello utilizaban distintos procedimientos. Uno de los más sencillos consistía en echar granos de maíz sobre un trozo de tejido o en un recipiente lleno de agua para extraer conclusiones sobre cómo caían, flotaban, se agrupaban o dispersaban estas semillas.
- Otro procedimiento consistía en medir el brazo izquierdo del paciente con la mano izquierda untada de tabaco.
- Este diagnóstico lo efectuaban a menudo las mecatlapouhque, magas así llamadas – mecatl significa cuerda- porque su especialidad principal era la adivinación con trocitos de cuerda que al ser arrojados al suelo, quedaban más o menos enmarañados según la gravedad que revestía la dolencia.
Otra curiosa especialidad médica era la de las atlantchiqui, curanderas que miraban en un recipiente con agua el reflejo de un niño enfermo para averiguar si había perdido su tonalli 3 o energía vital. Plantas visionarias En casos particularmente comprometidos o graves, no sólo el brujo o nahual-li sino también el médico o ticitl recurrían al ololiuhqui o semillas de la Virgen para tener visiones enteogénicas que les ayudaran a emitir su diagnóstico por adivinación.
Las semillas ololiuhqui solían pertenecer a la «planta serpiente» o caoxihuitl, a la convolvulácea Rivea (Turbina) corymbosa, pero a veces pertenecían a la también convolvulácea denominada tlitliltzen (Ipomoea violácea), Al ser analizadas por el eminente químico suizo Albert Hoffmann, a petición de su amigo el etnomicólogo R.
Gordon Wasson, las semillas de ambas especies resultaron contener grandes dosis de amida y de hidroxietilamida del ácido lisérgico. Estrechamente relacionados con la dietilamida de este mismo ácido, el LSD descubierto por Hoffmann, los principios activos del ololiuhqui eran, sin duda, unos enteógenos 2 potentes capaces de dar no sólo visiones oraculares sino también de proporcionar grandes experiencias extáticas y largas excursiones psíquicas.
- No por casualidad, el sumo sacerdote de Tenochtitlán, la capital azteca, se embadurnaba con una pasta negra que, además de la ceniz VCKFIa obtenida al quemar animales venenosos, contenía semillas de la Virgen molturadas.
- Otras veces, el médico, el paciente o incluso una tercera persona, ingerían peyote, el pequeño cactus (Echinocactus (Lophophora) williamsii) que hoy apenas se encuentra en una pequeña localidad del desierto de San Luis de Potosí, pero que entonces era un componente fundamental, entre otras, de las farmacopeas chichimeca, tolteca y azteca.
Las alucinaciones causadas por estas y otras plantas aportaban, según se creía, revelaciones sobre el hechizo que había causado la dolencia y sobre la identidad del pretendido brujo negro. Las raíces de Tezonpahtli, Huitzquilith y Tecuammaitl eran aplicadas por los aztecas para curar la sarna.
- La adivinación visionaria también se hacía a veces tras la ingestión de tabaco verde o piciete (Nicotiana rustica), cuyos efectos alucinógenos debían ser mucho más débiles, aunque también más llevaderos, que los que producía la mescalina contenida en el peyote.
- También debía hacerse, aunque no existe mucha documentación al respecto, con los hongos psilocibios que tanto utilizaban los aztecas en contextos ceremoniales o simplemente lúdicos.
Estos hongos, que pertenecían probablemente a las especies psilocybe caerulescens, p. mexicana y quizás Panaeolus sphinctrinus (pero no el hoy bastante popular Psilocybe cubensis que no existía en el México precortesiano y que fue introducido en el país junto con el ganado castellano), eran denominados por los aztecas setas divinas (teonanacatl) y, como tales, se utilizaban en numerosos contextos religiosos y rituales.
Ello no impedía, sin embargo, que al principio de los banquetes se sirviera este sicodélico manjar. El misionero franciscano Bernardino de Sahagún (1500-1590), en su monumental y admirable Historia general de las cosas de la Nueva España, cuenta los dispares efectos que provocaban esos hongos cargados de psilocibina y psilocina en los comensales de los banquetes aztecas.
Una vez desaparecía la «ebriedad» causada por las setas y horas después de haber fumado la pipa de tabaco mezclado con liquidámbar y carbón que marcaba el final del banquete, los comensales comentaban las visiones beatíficas, divertidas, grotescas, terroríficas o simplemente desagradables que habían tenido.
Astrología Además de la adivinación, para el médico-mago era importante saber si la enfermedad era fría o caliente, considerar el día del calendario azteca y saber en qué posición se encontraban los planetas y las estrellas en el momento en que emitía su diagnóstico. Una vez determinada la naturaleza y la causa de la enfermedad empezaba el tratamiento.
Si la dolencia no había sido enviada por un dios -aspecto del que luego hablaremos-, los métodos terapéuticos combinaban, en proporciones variables, actuaciones mágicas tales como invocaciones o insuflaciones con las prácticas medicales fundadas en el conocimiento empírico.
Entre estas últimas se incluían sangrías, vendajes, colocación de tablillas sobre piernas y brazos rotos, purgas, emplastos y la administración de extractos, pomadas o pociones vegetales. Aromas e inciensos Como en la gran mayoría de las culturas mesoamericanas prehispánicas o nativas actuales, el tabaco desempeñaba un papel fundamental en la medicina azteca.
No sólo en el diagnóstico, como ya se ha mencionado, sino también durante el tratamiento, o porque potenciaba el efecto de otras plantas o por su valor mágico. El incienso americano o copal también cumplía una función esencial por su capacidad de purificar los aires habitados por el mal, ya fuera porque éstos eran vectores de hechizos o porque eran nefastos en esencia: aires malos enviados por las divinidades de las montañas, por las mujeres muertas en combate y convertidas en diosas del crepúsculo -las temibles ciuateteteo- o por Tlaloc, el dios de la lluvia.
La importancia de los aromas como purificadores rituales del aire se recoge en numerosos documentos, entre ellos el Códice Badiano, escrito apenas 30 años después de la conquista por dos alumnos indígenas del Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco en la ciudad de México: el médico Martín de la Cruz y el traductor Juan Badiano, oriundo de Xochimilco, el único lugar donde pueden verse aún las antiguas chinampas o jardines lacustres similares a los que cultivaban los aztecas.
Entre las fórmulas y los elementos terapéuticos citados en este bello documento figuran, con frecuencia, hojas y flores aromáticas y los perfumes que desprendían. Entre las hojas aromáticas más apreciadas figuran las de varias especies de alisos ( Alnus sp.), las del oyamel (Abies religiosa) y las del árbol de la niebla (Pinus ayacahuite),
Algunas de las flores escogidas por su perfume son la eloxochitl o «flor de maíz» (Magnolia dealbata), la flor de huacales (Philodendron pseudiratum), la flor de cuervo (Plumeria acutifolia) y la flor negra (Vanilla planifolia), una especie aromática de vainilla que también se apreciaba por su buen sabor.
Sin embargo, la planta aromática por excelencia es, sin duda alguna, el copal, un término genérico en lengua nahuatl -el idioma de los aztecas, entre otras etnias- que designa una serie de árboles y arbustos, la mayoría de ellos de la familia burseráceas, cuya resina se utilizaba y se utiliza todavía como incienso.
La importancia del copal para los aztecas queda bien reflejada en estas palabras del cronista Francisco López de Gómara (1511-1566): «Perfumaban los ídolos con hierbas, flores, polvos y resinas; pero el mejor humo y el más común es el que llaman copalli, que se parece al incienso». López de Gómara también dijo del copal que era el perfume ideal para los sacrificios y una ofrenda muy apreciada por los dioses y Sahún, por su parte, describió con estas frases los ritos que conllevaban su utilización: «tanto de noche como de día, los sátrapas ofrecían incienso en los templos con incensarios de tierra cocida (.) con un mango hueco de un codo que contenía y hacía de cascabel.
Todos los habitantes del pueblo, cada mañana y cada tarde, incensaban las estatuas que tenían en sus oratorios o en los umbrales de sus casas; los padres y las madres obligaban a sus hijos a hacer lo mismo». Los aztecas aplicaban la hierba Huacalxochitl para las amígdalas inflamadas.
Diosa azteca Tlazolteotl durante el parto. Cinco siglos después del derrumbe de las civilizaciones azteca y maya, el copal continúa siendo utilizado por numerosas etnias mexicanas. Por ejemplo, por los actuales mixtecas de Guerrero, cuando sacrifican animales durante sus espectaculares ritos de la lluvia.
O también por las comunidades mayas del sur de México, cuyos copaleros extraen el copal blanco y el negro -la diferencia de color se debe a modos de preparación distintos- de varias especies de burseráceas, entre ellas Bursera excelsa y B. jorulensis,
Al igual que los antiguos mayas y atztecas, los actuales indígenas del estado de Chiapas utilizan el copal con fines medicinales contra las diarreas, las lombrices intestinales y los dolores de cabeza, para remediar los daños musculares y para despejar la nariz de mucosidades y facilitar la respiración.
En otras regiones de México, como por ejemplo Oaxaca, se continúa usando el copal de Protium copal, una burserácea que crece en las selvas altas perennifolias de altitud media y que en épocas del imperio azteca se cultivaba en pequeños bosques, en la península de Yucatán.
El abundante uso del copal que hacían los mexicas para adorar y aplacar a sus dioses nos recuerda la importancia que para ellos revestía la religión en todos los aspectos de la vida, incluido el de la salud y de la enfermedad. Varios dioses aztecas tenían, según se creía, el poder de provocar enfermedades.
Tlaloc, por ejemplo, podía producir, cuando enviaba sus malos aires, dolencias tan diversas como hinchazones, parálisis parciales o totales, úlceras, lepra, hidropesía y enfermedades de la piel. Tlazolteol y sus compañeras, las diosas del amor y del deseo, castigaban con la melancolía y la consunción a los amantes adúlteros e incluso a sus respectivos hijos.
- Y Xochipilli, el dios de las flores, de la música, de la danza y de la juventud, castigaba a las personas que no respetaban los tabúes, por ejemplo, a los que no guardaban abstinencia sexual durante las épocas de ayuno, causándoles hemorroides, llagas purulentas y enfermedades venéreas.
- Sin embargo, algunos de estos dioses podían sanar las enfermedades que ellos mismos habían provocado si atendían a las preces y a los sacrificios que les hacían los pacientes y sus allegados.
Xochipilli, las divinidades de la montaña y Tlaloc eran los ejemplos más conocidos de estos dioses ambivalentes. Xochipilli era además el patrón divino del «sueño florido», nombre con el que los mexicas designaban el trance visionario ritual y, como tal, reinaba sobre el ololiuhqui, los hongos psilocibios, el peyote, el tlapatl o toloache ( Datura sp.), la salvia de los adivinos o hierba de la María Pastora (Salvia divinorum), el sinicuichi (Heimia salicifolia), el grano mixitl y otros entéogenos.
- Otros dioses del panteón azteca que tenían poderes de curación o favorecían la salud eran el dios del viento y la diosa de la lluvia que curaban la gota y la parálisis; el dios del fuego que ayudaba en los partos; la diosa Tzapotlatenan que curaba las úlceras del cuero cabelludo, la afonía y las grietas cutáneas; la diosa Ciuacoatl que protegía a los que tomaban baños de vapor, e Ixtlilton, el pequeño dios con la cara negra que curaba las enfermedades infantiles.
- El incienso americano o copal cumplía un función esencial por su capacidad de purificar los aires «habitados por el mal».
- Farmacopea azteca
Además de las invocaciones, los gestos y las fórmulas mágicas, los médicos aztecas utilizaban numerosas prácticas terapéuticas basadas en un conocimiento, muy avanzado para la época, de la anatomía y el funcionamiento del cuerpo humano y de las propiedades de las plantas y los minerales.
Su farmacopea comprendía algunos minerales, la carne de algunos animales y un asombroso número de plantas. Entre los remedios minerales figura la obsidiana, que finamente molida servía de emplasto para cicatrizar las heridas con rapidez, y también unas misteriosas «piedras de sangre» cuyas virtudes fueron exaltadas por Sahagún y que, según él, permitían curar las graves hemorragias nasales que asolaban Nueva España.
Otro misterioso remedio mineral citado por Sahagún era la piedra de lluvia «que caía de las nubes, penetraba dentro de la tierra y engordaba de año en año» y que, según el misionero cronista, servía para curar la fiebre y el espanto causado por el trueno.
Igualmente fantásticos, los efectos de muchos remedios animales variaban desde la estimulación excesiva de los deseos sexuales masculinos, seguida eventualmente por la muerte, producida, según se creía, por las serpientes de distintas especies designadas con el término genérico mazacoatl, hasta la capacidad de impedir por completo la erección que se atribuía a la excrecencia carnosa del pico del ave huexololl,
Más eficaz debía ser, en cambio, la administración del axin, una pasta amarilla y cerosa que se obtenía haciendo hervir y aplastando unos insectos homópteros ( Coccus axin ) cosechados en árboles de los géneros Jatropha y Spondias, entre otros. El axin, cuya eficacia fue corroborada por Sahagún y por otros cronistas de Nueva España, servía para curar las quemaduras y las enfermedades de la piel.
Las mujeres también lo utilizaban para untar sus mejillas y conseguir así la tez amarilla que exigían los cánones de belleza de la época y lo empleaban, asimismo, los viajeros para prevenir los labios partidos y para proteger la piel de los efectos del frío. De la atribución de propiedades fantásticas tampoco se libraron algunas plantas, no sólo las que provocaban efectos enteógenos.
Pese a ello, no puede negarse que los aztecas consiguieron adquirir, durante el tiempo y guiándose por la experiencia, una suma ingente de conocimientos sobre las especies vegetales de su país. La riqueza en plantas medicinales y la larga tradición en su uso quedan de manifiesto en la obra de Sahagún, en el códice Badiano y en la existencia de los jardines botánicos, muy bien surtidos en especies terapéuticas, que el señor de Texcoco y el emperador Moctezuma mantenían, respectivamente, en Tezcotzingo y en los alrededores de Tenochtitlán.
- Los conquistadores admiraron estos jardines botánicos y, al igual que los cronistas de Indias, quedaron impresionados por la eficacia de algunos medicamentos indígenas.
- Su testimonio y las obras de los cronistas influyeron, sin duda, en la decisión adoptada por Felipe II de financiar la expedición de Francisco Hernández, protomédico general de las Indias, Islas, Tierra Firme y Océano.
La expedición se inició en 1571. Su principal objetivo fue escribir una historia natural de la Nueva España y estudiar la medicina indígena en todos sus aspectos. Hernández viajó por muchas zonas de México y recogió mucha información etnobotánica, además de recopilar muchos datos sobre la cultura prehispánica, la historia y las condiciones políticas de los nuevos territorios.
El producto final de sus 8 años de encarnizado trabajo consistió en 22 cuerpos de libros bellamente empastados -que se sumaban a los 16 que había enviado previamente al emperador en 1576-, 68 talegas de semillas para sembrar, ocho barriles y cuatro cubetas con árboles para trasplantar, además de otros materiales y documentos.
Por desgracia, Hernández murió antes de publicar su obra y una parte importante de sus manuscritos fue destruida en 1671 durante el incendio del monasterio de El Escorial. Una serie de acontecimientos más o menos afortunados permitieron, sin embargo, recuperar importantes fragmentos de sus manuscritos y estos trabajos publicados en Italia, México y España muestran la extraordinaria riqueza de la farmacopea mexicana en el siglo xvi.
- En la tabla 1 se relacionan algunas de las principales plantas que utilizaban los aztecas por sus virtudes terapéuticas.
- El jugo del cactus Tlatocnochtlise utilizaba en el México precolombino para las quemaduras.
- Plantas de uso actual
Aunque hace falta realizar todavía mucho trabajo de investigación para verificar, o incluso volver a encontrar, las virtudes terapéuticas de numerosas especies mencionadas en las obras de los cronistas, otras plantas medicinales son bien conocidas y los efectos terapéuticos de sus principios activos coinciden de un modo sorprendente con los que se mencionaban en las antiguas farmacopeas.
- El tesmacal azteca, o baño de vapor, se utilizaba para el tratamiento del reumatismo, la parálisis y las neuralgias.
- Otras plantas que hoy se emplean de un modo intensivo en México y podrían haber formado parte de la farmacopea azteca se recogen en la tabla 2, extraída de un artículo del autor mexicano Carlos Huerta sobre la «herbolaria» o fitoterapia mexicana.
- A diferencia de otras especies mencionadas por Huerta y que fueron introducidas en México desde Europa u otros continentes, las que recoge esta tabla son todas ellas nativas y, dado que el imperio azteca explotaba la gran mayoría de los recursos naturales de México y otras zonas de Mesoamérica, es muy probable que la mayoría de ellas formaran parte de su farmacopea.
- Tlaloc, dios azteca de la lluvia, era el generador de algunos malos aires que provocaban enfermedades.
- La hierba de Azcapan ixhua era ingerida por los aztecas para obtener el sueño.
- Las raíces de Tlahuehetl, Tlayapaloni y Chipahuac xihuitl eran utilizadas por los mexicas para la curación de los furúnculos.
- Notas
1. Soustelle J. La vie quotidenne des Aztèques à la veille de la conquête espagnole. París: Librairie Hachette, 1955.2. Varios autores actuales, entre ellos Elferink, Flores y Kaplan, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, creen que la distinción entre magia blanca y negra fue introducida por los conquistadores españoles.
Del mismo modo que existía una fina gradación entre el uso de ritos mágicos, rezos y hechizos por un lado y de la prescripción de preparaciones farmacéuticas por el otro (lo que significa que el médico o ticitl solía ser, al mismo tiempo, brujo o nahual-li), también es probable que incluso alguno de los médicos reconocidos como tales usara, en ocasiones, sus técnicas no ya para curar enfermos, sino para vengar afrentas y provocar enfermedades u otros daños, pese a que se jugaba la vida si le descubrían.3.
En realidad, tonalli es un término complejo que engloba a la vez el «genio» particular de cada uno, su signo astrológico o destino predestinado y su energía vital.4. Entéogeno es un neologismo acuñado en 1979 en un artículo del Journal of Psychedelic Drugs, cuyos autores proponían como alternativa al inadecuado término de alucinógeno.
Proviene del griego entheos (literalmente Dios dentro de mí) y, como bien explica J.M. Fericgla, significa el estado en el que se encuentra uno cuando es inspirado y poseído por el dios que ha entrado en su cuerpo.5. El zapote blanco no debe confundirse con el chicozapote o xicozapotl (Achras zapota), árbol del que se obtiene el txictli o chicle, gomorresina que mascaban las prostitutas asociadas a los jóvenes guerreros aztecas.
Además de este chicle, que hoy se masca en todos los países del mundo, no sólo las cortesanas sino todas las mujeres mexicas (y también los varones, si bien en secreto a menos que fueran homosexuales) mascaban, tras mezclarlo con axin, para darle adherencia, el «betún que sale de la mar» y que, por recibir el mismo nombre de xicozapotl, fue designado por Sahagún con el término chapopotli.
¿Qué enfermedades trajeron los españoles a México?
Las epidemias en América, cuestión de etnias y de clases – Queda claro, pues, que la primera causa del descenso de la población indígena fue, con diferencia, la epidemiológica. Lo cual, no lo olvidemos, ha sido una constante en la mayor parte de los grandes procesos expansivos de la Historia.
- Las bacterias viajaron junto a los españoles que, sin ser conscientes, introdujeron un arma letal frente a las poblaciones sometidas.
- Estas enfermedades nuevas (influenza, viruela, gripe, sarampión, varicela, peste bubónica, etc.) se sumaron a otras endémicas que ya padecían ellos, como la sífilis, la tuberculosis o la disentería.
Ya Diego Álvarez Chanca, médico que viajó junto a Colón en su segunda travesía descubridora, se percató de que las enfermedades afectaban más a los amerindios que a los europeos. No tardaron en aparecer pruebas evidentes de que estos sucumbían más masivamente ante un mismo agente morbífico.
Efectivamente, las enfermedades se cebaron con los nativos por dos motivos: uno, su aislamiento durante milenios, es decir, que no tenían inmunidad alguna ante ellas. Y otro, porque cuando les sobrevinieron, una detrás de otra, se encontraban subalimentados y vivían en pésimas condiciones de vida y de higiene.
Ya lo denunció el padre Las Casas al señalar que las epidemias fueron más virulentas por el extenuante trabajo al que se vieron sometidos, por la escasez de alimentos y «por su desnudez». En el siglo XX, otros muchos historiadores, como Tzvetan Todorov, afirmaron igualmente que los amerindios acentuaron su vulnerabilidad a los microbios debido a que estaban agotados de trabajar, hambrientos y desmoralizados.
- También antropólogos como Marvin Harris han recalcado que la capacidad de recuperación de grupos afectados por epidemias ha estado siempre directamente relacionada con una dieta equilibrada y con un nivel suficiente de proteínas.
- En Europa se cebaron con los más desfavorecidos, pues, cuando las plagas llegaban a ciudades populosas, perecían entre un tercio y la mitad de la población.
Eso fue lo que ocurrió en el Viejo Mundo entre 1360 y 1460, o más de un siglo después en Venecia, donde perdieron la vida nada menos que 50 000 personas entre 1575 y 1577. También en América pasaron a mejor vida muchísimos colonos, víctimas de las citadas epidemias, sobre todo en los primeros años, debido a la falta de infraestructuras sanitarias y a la escasez de alimentos.
- No obstante, nadie se ha ocupado aún de cuantificar el número de españoles fallecidos en estas plagas y de ofrecer cifras comparativas con la mortalidad indígena.
- Como hemos visto, en Europa el aspecto social de las epidemias es bien conocido; los escasos avances médicos solamente alcanzaban a las clases privilegiadas.
Sin embargo, en pocas ocasiones se ha aplicado estas mismas concepciones al caso de los amerindios. En el Nuevo Mundo, al igual que en Europa, los microbios se volvieron a cebar con los más desfavorecidos, De hecho, el padre Las Casas escribió que los sanos iban a trabajar a las minas, mientras que los viejos y enfermos quedaban desamparados en los pueblos, por lo que «perecían todos de angustia y enfermedad sobre la rabiosa hambre».
Es conocido el dramático lamento de los indios de Chiametla al acusar a los hispanos de servirse de ellos cuando estaban sanos y de abandonarlos a su suerte cuando enfermaron. Por su parte, Antonio de Herrera fue más allá, al vincular directamente hambre y epidemias. De hecho, cuenta que, en 1539, los nativos de Popayán dejaron de sembrar la tierra para intentar echar a los españoles.
A continuación, pasaron una gran hambruna que vino sucedida de una no menos rigurosa «pestilencia». Y es que en algunos casos está bien demostrada la relación entre miseria y enfermedad, como ocurre con el tifus que se contagiaba a través de los piojos. Mitayos quechuas según la Primer nueva corónica y buen gobierno (ca.1615) de Felipe Guamán Poma de Ayala (1534-1615). Esta obra, dirigida al rey Felipe III, denunciaba los abusos que sufrían los indígenas del Perú. La leyenda reza: «indio capitán alquila a otro indio por el indio enfermo, azogado, porque no se acabe de morir».
Es cierto que su aislamiento secular aumentó la virulencia de las epidemias, pero también que la situación de desamparo, de desatención sanitaria, la carestía alimenticia y la política reduccionista acentuaron sus efectos. De alguna forma hubo, como ha escrito Massimo Livi-Bacci, una «confiscación de energías» que provocó una reducción notable de su capacidad de supervivencia.
Además, los aborígenes no contaban con ningún tipo de infraestructura sanitaria, pues ni disponían de hospicios propios, ni sus familias tenían posibilidades de atenderlos y alimentarlos en casa. En amplias zonas de América era frecuente que a los enfermos se les dejase comida y bebida y se los abandonase a su suerte, «si lo comía bien, si no, que se muriese».
- Asimismo, la política de concentración o de reducción de los naturales a pueblos, para favorecer, como se decía entonces, su vida en policía, favoreció considerablemente el contagio.
- También debió influir la misma mentalidad de los vencedores y de los vencidos.
- Los primeros porque no movieron ni un ápice para evitar la propagación de estas enfermedades infecciosas, pensando que se trataba de un castigo divino por las idolatrías pasadas.
Atribuir estos azotes epidémicos a la providencia divina era verdaderamente funesto, pues dado que lo mandaba Dios, poco o nada se podía hacer por evitarlo. ¿Habría disminuido la morbilidad si los españoles se hubiesen preocupado más por ellos? Con total seguridad, pues, según fray Toribio de Benavente, cuando en 1529 con motivo de la epidemia de sarampión se prohibió a los naturales bañarse en agua fría y se cuidó en alguna medida a los enfermos, los índices de mortalidad descendieron sensiblemente.
¿Qué enfermedad favoreció que los españoles tomaron la ciudad de Tenochtitlan?
La viruela, avanzadilla de Cortés – Para los mexicas, la enfermedad alcanzó México-Tenochtitlan en el mes de septiembre, es decir, que tardó menos de medio año en llegar al valle central desde la costa; definieron la viruela como una «gran lepra», o huey huatl, o bien un «gran sarpullido», o huey zahuatl,
La enfermedad pasó por Cuatlan, Chalco, donde fue terrible y duró setenta días, y alcanzó la propia Tlaxcala. De ella murió uno de los señores principales, Maxixcatzin. Poco después también acabó con la vida del tlatoani mexica Cuitláhuac, con la del señor de Tlacopan, Totoquihuatzin (suegro de Moctezuma, siendo sustituido por Tetlepanquetzal), e, incluso, en tierra de los tarascos, con la vida del cazonci, es decir, de su tlatoani, Zuangua.
La epidemia remitiría a fines de noviembre en México-Tenochtitlan, pero para entonces habría dejado a los mexicas no solo muy castigados numéricamente sino también psicológicamente. Enfermos de viruela durante el asedio de Tenochtitlán (1521) según una miniatura de la Historia general de las cosas de Nueva España, o Códice Florentino, de Bernardino de Sahagún (ca.1499-1590), Biblioteca Laurenciana, Florencia. La viruela sería la más letal de las epidemias que diezmaron a la población indígena en la América de la conquista.
Ahora bien, si las operaciones militares del cerco de la ciudad se produjeron entre fines de mayo y mediado agosto de 1521, y los mexicas contaron con un tlatoani enérgico como Cuauhtémoc, quien habría dado órdenes de eliminar los cuerpos de los infectados con celeridad, pues el clímax de la epidemia se superó a fines de noviembre de 1520, como se ha señalado, ¿no es posible que hayamos magnificado la importancia de la epidemia de viruela como uno de los grandes justificantes de la conquista de México-Tenochtitlan? Al menos un investigador, F.J.
Brooks, así lo cree. Por otro lado, si atacó duramente a los mexicas, también lo hizo con los aliados cortesianos: ya hemos visto que se infectaron tlaxcaltecas, cholultecas o tepeacanos. En esta última campaña, en Tepeacac, Vázquez de Tapia aseguró que una tercera parte de los aborígenes murieron y eso les evitó tener que luchar con muchos más guerreros al avanzarse en la conquista.
Además, este cronista, y anteriormente soldado, distinguía entre viruelas y sarampión. Para él, la epidemia fue doble: de viruelas y sarampión. En definitiva, los cronistas en general se centraron mucho en la afectación de la epidemia entre el enemigo mexica, puesto que usaron la enfermedad como un factor más dependiente de la Providencia Divina para explicar la derrota aborigen.
En palabras de Vázquez de Tapia: « en esta pestilencia murió gran cantidad de hombres y gente de guerra y muchos señores y capitanes y valientes hombres, con los cuales habíamos de pelear y tenerlos por enemigos, y milagrosamente Nuestro Señor los mató y nos los quitó de delante».
Pero, claro, que la misma enfermedad diezmase también a los aliados, cuyo concurso fue otro factor clave en la victoria, no podía ser una cuestión que se airease, más bien todo lo contrario. Un cronista, fray Juan de Torquemada, hizo referencia al hecho de que los aborígenes que pudieron superar la plaga fueron aquellos que, haciendo caso a los españoles, ni se bañaban ni se rascaban las pústulas.
Además, hizo un recuento de la capacidad demográfica favorable a Cortés contemplando a todos sus aliados hasta aquel momento, incluida la provincia de Tepeacac, con el resultado de contar con cuatrocientos treinta mil vecinos, es decir hogares, y sin mencionar las poblaciones de otros muchos lugares pequeños.
¿Qué hicieron los españoles para derrotar a los mexicas?
«Ellos no traen armas ni las conocen» – Si hay que señalar cuáles fueron las principales causas del éxito de la empresa de Cortés, a su capacidad de aprovechar las divisiones entre los pueblos de la región y de explotar el carácter dubitativo de Moctezuma hay que añadir la gran impresión que causaron las armas y las tácticas europeas sobre los aztecas.
«Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro», escribió Cristóbal Colón sobre los nativos que encontró en su primer viaje. Tampoco los habitantes de la región mexicana conocían el hierro y, además, sus armas estaban adaptadas a una forma de hacer la guerra que se mostró contraproducente en la lucha contra los europeos.
Como en sus guerras tribales, los aztecas buscaron inmovilizar o herir, sin matar, a los españoles con armas fabricadas con huesos o de madera tratada para posteriormente trasladarlos a sus ciudades, donde celebraban con los capturados sacrificios humanos en honor a los dioses o los esclavizaban.
Tras invocar a Santiago los jinetes españoles se abrieron paso entre sus contrincantes y Cortés derribó a Matlatzincatzin, el líder militar azteca, y el capitán Salamanca lo mató con su lanza La forma de hacer la guerra en Occidente –matar en vez de apresar– y sus avances tecnológicos –el hierro (en su máxima forma, el acero), la pólvora y el uso de caballos– suplieron la clara desventaja numérica de los españoles y sus aliados.
En la batalla de Otumba, Hernán Cortés, 400 supervivientes de la huida de Tenochtitlán y 1.000 de aliados de Tlaxacala se impusieron a 100.000 soldados aztecas seleccionados de entre su élite militar. Los historiadores militares destacan dos claves de la victoria hispánica: la actuación de la caballería ligera dirigida por Cortés, empleando tácticas desconocidas por los mexicas; y que la muerte de un general se consideraba el fin del combate en Mesoamérica.
Según la narración del cronista Díaz del Castillo, tras invocar a Santiago los jinetes españoles se abrieron paso entre sus contrincantes y Cortés derribó a Matlatzincatzin, el líder militar azteca, y el capitán Salamanca lo mató con su lanza, apoderándose del tocado de plumas y el estandarte de guerra de los mexicas.
El ejército mexica rompió filas al no tener un mando y comenzó la retirada. Tras la contienda, el extremeño preparó su regreso a Tenochtitlán y a finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital, donde fueron determinantes los cañones de pólvora para someter a una ciudad de más de 100.000 habitante.
Sobre el uso de la pólvora, antes de su primera visita a la capital azteca, Cortés ordenó una demostración del funcionamiento de los arcabuces frente a los emisarios de Moctezuma para que dieran fe del potencial de las armas europeas. Lo cual extendió el miedo entre la población, a quienes el simple estruendo de los arcabuces les causaba espanto.
Aun así, como prueba de que su impacto fue más psicológico que tangible, los cañones y arcabuces de los soldados españoles de nada sirvieron en la Noche Triste –la mayor derrota de la Monarquía hispánica en sus primeros 50 años de conquista– ni fueron claves en la batalla de Otumba,
¿Qué enfermedad mató a los mayas?
De pestilencias, catarros y viruelas: epidemias en el área maya durante la época colonial Una de las tantas consecuencias que tuvo la llegada de los españoles a Mesoamérica fue la alta mortandad entre los indígenas a raíz de su contacto con enfermedades desconocidas como la viruela y el sarampión.
Las crónicas del primer siglo de la colonia reportan importantes pérdidas demográficas y los estudios arqueológicos e históricos lo confirman, indicando que la baja fue de entre el 75 y 90% de la población indígena total. En general, conocemos con mayor detalle cómo y cuáles fueron las consecuencias de estas enfermedades en el centro de México, sin embargo, otras regiones como el área maya también se vieron severamente afectadas.
Las enfermedades epidémicas que provocaron los altos índices de mortandad en los siglos XVI y XVII eran muy diferentes a los problemas de salud que los indígenas tenían en la época prehispánica. Se tiene registro de la existencia de enfermedades infecciosas como la influenza y la neumonía, entre otras, antes de la llegada de los españoles.
La artritis y la osteoporosis han sido identificadas con estudios arqueobiológicos en las osamentas de los gobernantes del periodo Clásico en el área maya. Además, la población sufría de enfermedades genéticas y aquellas provocadas por la edad avanzada, al igual que otros malestares cuyo origen se explica por las altas temperaturas o la aparición de ciertos eventos meteorológicos en las costas del caribe.
Por ejemplo, queda la mención al respecto realizada por el Alcalde Mayor de Valladolid, don Diego Sarmiento Figueroa: «Hay mal de catarros y calenturas que causan los nortes; para esto usan de remedios de sangrarse y hortigarse los cuerpos con hortigas y otras yerbas, que hay muchas.» ( Relación de Valladolid, 1579).
- La medicina indígena podía atacar estos y otros males de distintas maneras: con plantas medicinales, procedimientos quirúrgicos y tratamientos de índole espiritual.
- Sin embargo, las enfermedades completamente nuevas, transmitidas por los españoles, los africanos e incluso por la llegada del ganado, fueron resistentes a los remedios locales.
Entre 1519 y 1632 se tienen registrados al menos 8 epidemias mortales de tifo, viruela, sarampión y peste en el área maya, las cuales se expandieron una vez que Tenochtitlán había sido derrotada y Pedro de Alvarado y otros conquistadores comenzaron a dirigirse hacia Guatemala y la península de Yucatán.
- El corpus de las Relaciones Geográficas de la Gobernación de Yucatán nos proporciona información al respecto: «Tiene esta provincia de Tabasco tres mil indios escasos.
- Han venido a mucha disminución desde su pacificación por haber sido poblada de más de treinta mil indios, los cuales han venido a esta disminución a causa de grandes enfermedades y pestilencias que ha habido, así especiales en esta provincia, como generales en las Indias, como han sido: sarampiones, viruelas, catarros, pechugueras y romadizos y flujos de sangre y cámaras de sangre y grandes calenturas, que suelen dar en esta provincia, y estando con ellas se bañan en ríos con agua fría, por lo cual se han pasmado y muerto muchos; es tierra de mucho pasmo» ( Relación de la Villa de Santa María de la Victoria, 1579).
Los contagios probablemente se incrementaron cuando las medidas de reorganización poblacional congregaron a los indígenas en centros urbanos donde se encontraban los españoles, quienes inmunes a las enfermedades, se convirtieron en las principales fuentes de infección.
- Además de las irremediables pérdidas humanas, las consecuencias de estas epidemias alcanzaron otras dimensiones en la vida de los indígenas.
- Tan sólo el impacto emocional de ver a los enfermos quedó registrado en documentos como los Anales de los Xahil, donde se encuentran algunos testimonios de los mayas cakchiqueles sobre las epidemias en Guatemala en 1520: «Se estaba primero enfermo de una tos, después la sangre estaba enferma, la orina amarilleabaEstuvimos en una gran oscuridad, una gran noche, por haber estado nuestros padres, enfermos de esta epidemia La mitad de los hombres fue a caer en las barrancas, y los perros, los zopilotes, fueron a comerse a los hombres.
La espantosa muerte mató a vuestros antepasadosAsí es como nos convertimos en huérfanos, oh hijos míos.» El lenguaje con el que se realizan las descripciones de estos eventos catastróficos nos lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿cuáles fueron los mecanismos de las comunidades indígenas para sobrellevar las pérdidas de sus familiares y conocidos? Además de la fractura interna de la sociedad maya, las epidemias trajeron consigo la reconfiguración de las prácticas individuales y colectivas en torno al tratamiento de los enfermos y las problemáticas sanitarias.
Una solución para apaciguar el temor y la desolación que las epidemias provocaron entre los indígenas, que ya habían sido convertidos a la religión católica, se encontró en las figuras de los santos. Las procesiones y rituales comenzaron a girar en torno a imágenes como la de Nuestra Señora de las Mercedes y, sobre todo, en honor a San Sebastián, a quien se le atribuía la capacidad de terminar con pestes y epidemias.
Pero, es muy probable que todavía, pocos años después de la llegada de los españoles, se recurriera a otras prácticas además de las avaladas por la iglesia católica para lidiar con el miedo a las enfermedades. Por ejemplo, encontramos en la Relación Geográfica de Santiago Atitlán, de Guatemala, la mención sobre cómo los gobernantes de San Bartolomé, sujeto de Atitlán, realizaban ayunos y sacrificios de sangre a ídolos de piedra para informarse, entre otros temas, sobre las pestilencias.
Si acaso se avecinaba alguna, entonces el ídolo «se les mostraba y le hallaban con una soga al pescuezo», de lo contrario «el dicho ídolo demonio se les mostraba muy alegre y regocijado». Ya fuese mediante plegarias, ofrendas de sangre o copal, los mayas resignificaron las enfermedades desconocidas encontrando un poco de paz ante una muerte casi inminente.
Así, observamos que las epidemias tienen profundos efectos en las sociedades que las padecen, transformándolas para siempre aun después de que estos males se desvanecen. Para saber más:
Alchon, Suzanne Austin. A Pest in the Land: New World Epidemics in a Global Perspective, Albuquerque: University of New Mexico Press, 2003. Few, Martha. For All of Humanity: Mesoamerican and Colonial Medicine in Enlightenment Guatemala, Tucson: University of Arizona Press, 2015. Lovell, W. George. «Las enfermedades del Viejo Mundo y la mortandad indígena: la viruela y el tabardillo en la Sierra de los Cuchumatanes, Guatemala (1710-1810).» Mesoamérica 16, (1988):239-285. Tiesler, Vera y Andrea Cucina. «Las enfermedades en la aristocracia maya en el Clásico.» Arqueología Mexicana, Vol. XIII, no.74, (2005): 42-47.
Para citar: Mariana Favila, De pestilencias, catarros y viruelas: epidemias en el área maya durante la época colonial, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1957/1956. Visto el 31/05/2023 : De pestilencias, catarros y viruelas: epidemias en el área maya durante la época colonial
¿Cuántos aztecas mataron los españoles?
¿Cuántas víctimas se cobró la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés? «Hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos.
Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a dónde dirigirse». El relato es de la matanza del Templo Mayor en la fiesta Tóxcatl acometida por el ejército español y los tlaxcaltecas (uno de los pocos pueblos a los que los aztecas no habían logrado someter) en contra de los pobladores de Cholula en mayo de 1520, de la que dan cuenta los indígenas en náhuatl y los códices recuperados en la obra Visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla.
Más información Es uno de los episodios más cruentos de la conquista de México y así lo identifican varios historiadores. La historia comenzó hace ahora 500 años, con la llegada de los españoles al territorio que ahora pertenece al Estado de Veracruz, en abril de 1519.
Hernán Cortés desembarcó con menos de 700 hombres y 16 caballos y yeguas según las crónicas del explorador Bernal Díaz del Castillo. Los códices de la época, las cartas de relación que el propio Cortés envió al emperador Carlos V y las numerosas crónicas de los navegantes y misioneros han ayudado a desvelar la serie de gestas desarrolladas de 1519 a 1521.
El encuentro de dos mundos marcado por la espalda, el escudo y la flecha. El investigador de la UNAM Federico Navarrete explica que los españoles demostraron siempre una capacidad de ejercer violencia que no tenía precedentes en la historia de Mesoamérica.
- Lo que querían era demostrarles a los indígenas que sus dioses eran falsos y qué mejor manera de mostrarles que sus dioses eran falsos que masacrándoles en estos santuarios».
- El historiador y coordinador del proyecto de difusión digital Noticonquista, añade que la dominación española en el continente americano implicó la destrucción de una ciudad, Tenochtitlan, y casi el exterminio de la población.
A pesar de que Cortés llegó con tan pocos hombres en el momento de pisar México, ya en 1521, el año en que inicia el asedio de Tenochtitlan, contaba con el doble de efectivos y un contingente de más de 80.000 aliados indígenas, entre los que figuraban los tlaxcaltecas y huexotzincas.
Alejandro Rosas, divulgador de la historia, explica que Cortés no habría podido someter a un pueblo tan bélico como los aztecas si no hubiera contado con el apoyo de los vasallos. «Cortés llegó a un territorio poblado por naciones indígenas de las que casi todas eran tributarias o estaban sometidas a los aztecas», comenta.
«Eso explica que la mayor parte de ellas, principalmente los tlaxcaltecas, se aliasen con Cortés. Estaban hartos del dominio azteca, de los tributos, del maltrato, de la guerra», apunta. La investigadora de la UNAM Fernanda Valencia coincide en que, a diferencia de otros exploradores de la época, Cortés supo leer la coyuntura política que se vivía en Mesoamérica y tornar esta división interna en una ventaja para su proyecto de conquista.
- De la mano de estas alianzas, Cortés consiguió vencer a Tenochtitlan, el epicentro del imperio mexica.
- Los expertos calculan entre 150.000 y 300.000 habitantes en la capital mexica.
- La ciudad, que los mismos exploradores comparaban en grandeza con Venecia, sucumbió ante el cerco de más de 80 días que emprendieron los conquistadores, de mayo a agosto de 1521.
Del análisis de los relatos, las pinturas y el patrimonio oral se ha deducido que murieron más de 240.000 indígenas durante este trance, casi todos ellos parte de la nobleza azteca. «Este fue el modo como feneció el mexicano, el tlatelolca. Y ya no teníamos escudos, ya no teníamos macanas, y nada teníamos que comer, ya nada comimos.
- Y toda la noche llovió sobre nosotros», describe un relato anónimo de Tlatelolco redactado en náhuatl hacia 1528.
- En una especie de tormenta perfecta, las epidemias jugaron en contra de los aztecas.
- Cuando Hernán Cortés pisó suelo mexicano en 1519 vivían en el actual territorio mexicano entre siete y once millones de indígenas, según el cálculo de los expertos.
En 1576, en cambio, el censo estimado era de cuatro millones de indígenas. Al término del siglo XVI, apenas quedaban ya dos millones. Ese descenso, atribuible en parte a las guerras y la explotación, se debió sobre todo a las epidemias. Los indígenas desconocían aquellos males, pero les dieron nombre.
- Los mexicas llamaron «hueyzáhuatl» quizá a la viruela, o «hueycocoliztli», en general, a la pandemia.
- La peste ocasionó la muerte de entre un 60% y un 80% de los indios en menos de 80 años.
- No podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro.
- Y cuando se movían algo, daban de gritos.
A muchos dio la muerte la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de grano», describen los estudiantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún en un escrito de 1528. Pero la sombra de la muerte también planeó sobre los asentamientos españoles. Díaz del Castillo da cuenta de las decenas de sacrificios que realizaron los indígenas con los españoles que lograban capturar después de cada batalla.
Después de meses de batallas, el imperio azteca reconoció su derrota en agosto de 1521 a manos de los españoles, pero también de sus antiguos vasallos, quienes prefirieron pactar con los extraños «de carnes blancas y barba larga» antes que regresar al periodo de explotación y pago de tributos de los aztecas. Los indígenas del centro de Mesoamérica redactaron en náhuatl algunos «cantos tristes, elegías en su lengua náhuatl sobre la muerte de sus tlatoanis, la caída de sus guerreros y los últimos días de Tenochtitlan, durante casi dos siglos cuna de la nobleza mexica: Destechadas están las casas enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están como teñidas, y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre.
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¿Cómo se extinguieron los mexicas?
Triple Alianza Ēxcān Tlahtōlōyān | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Federación de altépetl | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1325-1521 | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Bandera | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Territorios tributarios de la Triple Alianza en la máxima expansión del Imperio azteca (1521) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Capital | Tenochtitlan | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Entidad | Federación de altépetl | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Idioma oficial | Náhuatl | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Otros idiomas | Otopame, popolocano, totonaco, huasteco, etc. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Superficie hist. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1521 | 304 325 km² | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Población hist. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1521 est. | 7 000 000 hab. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Religión | Religión mexica | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Período histórico | Período Posclásico | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1325 | Fundación de Tenochtitlan | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 13 de agosto de 1521 | Conquista española | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Forma de gobierno | Monarquía electiva y teocrática | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
Hueyi tlahtoani • 1325 – 1376 • 1376 – 1396 • 1396 – 1417 • 1417 – 1427 • 1427 – 1440 • 1440 – 1469 • 1469 – 1481 • 1481 – 1486 • 1486 – 1502 • 1502 – 1520 • 1520 – 1520 • 1520 – 1521 | Ténoch Acamapichtli Huitzilíhuitl Chimalpopoca Itzcóatl Moctezuma Ilhuicamina Axayácatl Tízoc Ahuízotl Moctezuma Xocoyotzin Cuitláhuac Cuauhtémoc | |||||||||||||||||||||||||||||||||||
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El Imperio azteca o Triple Alianza (del náhuatl : Exkan Tlahtoloyan o Ēxcān Tlahtōlōyān ‘Los tres lugares donde se dan órdenes’ ), llamado también Imperio mexica o —con más precisión— Imperio tenochca, fue una unidad política compleja y multiétnica que existió en el área central de Mesoamérica durante el Posclásico Tardío hasta la Conquista española,
Formalmente, estaba integrada por los dominios de la Triple Alianza (conformada por Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan ), la cual se estableció a partir de las facciones victoriosas de una guerra civil que se libró entre la ciudad de Azcapotzalco y las antiguas provincias tributarias de la misma.
A pesar de la concepción inicial del imperio como una alianza de tres ciudades-estado autónomas, Tenochtitlan rápidamente se convirtió en dominante militarmente. Fundación de México-Tenochtitlan. Primera página del códice Mendoza, donde se muestra la alegoría fundacional de México-Tenochtitlan en el año «2 Calli» (1325). Cuando los conquistadores españoles llegaron en 1519, las tierras de la Alianza eran gobernadas efectivamente desde Tenochtitlan, mientras que los otros miembros de esta habían asumido roles subsidiarios, ya que, en los hechos, los mexicas ostentaban el poder central.
El culto imperial, específicamente, fue el de Huitzilopochtli, el dios patrono guerrero distintivo de los mexicas. La fundación y posterior expansión de la Triple Alianza tuvo lugar en 1430, una vez fue derrotado Azcapotzalco, capital del Imperio Tepaneca, hasta entonces dominante en el valle de México (Santamarina 2006).
Azcapotzalco fue vencido por la alianza de mexicas, acolhuas y tlacopanecas, hasta entonces todos ellos vasallos suyos. A partir de entonces, los territorios del Imperio azteca se fueron ampliando hasta llegar a ocupar el centro de México, la zona central de Oaxaca, la costa del golfo de México, Guerrero y el Soconusco.
¿Cómo se lavan los dientes los aztecas?
En Tenochtitlan, los mexicas tenían hábitos de limpieza muy estrictos, pues utilizaban desodorantes, enjuagues bucales y lavaban sus dientes. (Foto: Twitter@Cuauhtemoc_1521) En 1519, los españoles llegaron a México desde la isla de Cuba, en donde el gobernador Diego Velásquez había encargado una expedición al país a Hernán Cortés.
Te puede interesar: Milenario: cuál fue el primer gran mercado que existió en México y qué productos podían encontrarse El español y sus hombres se llegaron a lo que hoy es la Ciudad de México, en ese entonces conocida como Tenochtitlan, el 8 de noviembre de 1519.
- Ese mismo día se encontró con Moctezuma, el emperador mexica.
- Cortés, a su paso por diversos poblados, fue luchando contra ellos y venciéndolos.
- Muchos de esos poblados decidieron unirse a ellos y hacer una alianza para vencer a los mexicas, quienes los tenían sometidos.
- Uno de estos poblados fue el de Tlaxcala,
Al llegar a Tenochtitlan, los españoles se sorprendieron con la cultura que tenían los habitantes, los grandes centros ceremoniales, y una de las cosas que más llamó su atención, fue la limpieza con la que se regían. Y es que en esa época, la limpieza no era el fuerte de los españoles, pues incluso, uno de los siglos en los que peor les fue en este ámbito, fue el siglo XVI, época en la que llegaron a México. Los habitantes de la ciudad también transportaban los desechos humanos en canoas para utilizarlos como fertilizante. Foto: Jesús Medina/INAH Mientras en Londres, Inglaterra, los ciudadanos obtenían el agua potable del contaminado río Támesis, hasta 1854, los aztecas abastecían su capital con agua dulce desde Chapultepec, por medio de dos acueductos.
El primero de ellos fue construido por Nezahualcóyotl entre 1466 y 1478, mientras que el segundo, fue construido unos 20 años después por el emperador mexica Ahuízotl. La importancia simbólica del agua para los mexicas queda clara en su palabra metafórica para ciudad, que era altepetl, y que se traduce al español como montaña de agua.
Te puede interesar: Resultados de Tris: ganadores y números premiados En 1520 los acueductos fueron descritos por Cortés de la siguiente manera: «Por una de las calzadas de esta gran ciudad corren dos acueductos hechos de argamasa, cada uno tiene dos pasos de ancho y unos seis pies de profundidad, y por uno de ellos un arroyo de muy buena agua dulce, tan ancho como el cuerpo de un hombre, sale al corazón de la ciudad y de ella beben todos.
- El otro, que está vacío, se utiliza cuando se desea limpiar el primer canal.
- Donde los acueductos cruzan los puentes, el agua pasa por unos canales que son tan anchos como un buey; y así sirven a toda la ciudad».
- El conquistador Andrés Tapia informó con asombro que Moctezuma se bañaba dos veces al día.
Lo que para los españoles era algo extraordinario, para los mexicas era algo común, pues el historiador jesuita Francisco Javier Clavijero también llegó a mencionar que los pobladores de la ciudad se bañaban a menudo y muchos de ellos, todos los días, en los ríos, lagos, o pozas.
No utilizaban un jabón verdadero, pero lo sustituían con el fruto del copalxocotl, al que los españoles llamaban árbol de jabón. También utilizaban la raíz pegajosa del xiuhamolli o planta de jabón, Ambos dieron espuma suficiente que permitía a los mexicas lavar sus cuerpos y su ropa. En el Código Florentino, escrito por informantes mexicas poco después de la conquista, se puede leer una pequeña descripción de la planta de jabón amolli : «Es larga y estrecha como cañas.
Tiene un brote; su flor es blanca. Es un limpiador. Las raíces grandes, gruesas, arrancan el cabello, lo dejan calvo; los pequeños, los esbeltos son limpiadores, un jabón. Lavan, limpian, quitan la suciedad». Los españoles, a su llegada, quedaron sorprendidos al ver los hábitos de limpieza de los mexicas. Foto: Cuadro «La Llegada», de Augusto Ferrer-Dalmau También utilizaban desodorantes, un tipo de enjuague bucal y dentífricos, Los mexicas utilizaban varios objetos para limpiar sus dientes, uno de ellos eran las cenizas de las tortillas.
Cabe señalar que en esa época los españoles limpiaban sus dientes con orina. Los españoles, al llegar a Tenochtitlan, tenían una severa desconfianza por la limpieza, e incluso la veían como peligrosa. Esto, porque cuando ocurrió la Peste Negra, en 1347, una plaga que mataría a 1 de cada 3 europeos, Felipe VI de Francia pidió a la Facultad de Medicina de la Universidad de París investigar qué había desatado la enfermedad, en 1348.
El resultado fue que los baños calientes provocaban que los poros de la piel se abrieran, lo que permitía que la enfermedad entrara al cuerpo. Esta creencia se tuvo por unos 400 o 500 años, e incluso, Luis XIV de Francia, solo se bañó dos veces en su vida, pero se le consideraba limpio por cambiarse la camisa dos veces al día.
¿Cómo se curaban los mexicas?
Las enfermedades de tipo natural – Estas enfermedades eran las causadas por fenómenos naturales. Eran básicamente heridas, traumatismos, caídas, mordeduras de animales, presencia de parásitos dentro del organismo o, Estos tratamientos se curaban principalmente con remedios basados en la experiencia y en el empirismo.
¿Cómo se bañaban los aztecas?
No se limitaba el aseo personal de los aztecas a unas sencillas abluciones con agua, sino que contaban y usaban de variadas clases de jabón para uso corporal, los cuales obtenían de las raíces de diversas plantas, siendo la más conocida la variedad que denominaban amolli.
¿Cómo se le conoce a la viruela?
Viruela menor – La viruela menor produce síntomas similares pero mucho menos graves, con un exantema menos extenso. La tasa de letalidad es < 1%.
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR) Microscopia electrónica
A menos que se haya documentado una exposición en el laboratorio o se sospeche un brote (debido al bioterrorismo), sólo los pacientes que se ajustan a la definición clínica clásica de la viruela deben ser sometidos a pruebas, debido al riesgo de que estas arrojen resultados falsos positivos.
Un algoritmo para evaluar el riesgo de viruela en pacientes con fiebre y erupción está disponible en el sitio web de los CDC ( CDC Algorithm Poster for Evaluation of Suspected Smallpox ). El diagnóstico de la viruela se confirma a través de la documentación del DNA del virus de la viruela con PCR en muestras de las vesículas o las pústulas.
El virus también puede identificarse con microscopia electrónica o cultivo viral de material raspado de las lesiones cutáneas, y posterior confirmación por PCR. Si se sospecha un caso de viruela, debe comunicarse de inmediato a las agencias de salud pública locales o a los CDC al 770-488-7100.
Tratamiento de sostén Aislamiento Posiblemente tecovirimat, considere cidofovir o brincidofovir (CMX 001)
El tratamiento de la viruela suele ser sintomático con antibióticos para las infecciones bacterianas secundarias. El fármaco antiviral tecovirimat fue aprobado por la US Food and Drug Administration (FDA) en 2018 ( 1 Referencias del tratamiento La viruela es una enfermedad muy contagiosa causada por el virus de la viruela, un ortopoxvirus. ) y, en junio de 2021, la FDA aprobó el brincidofovir (CMX 001) para el tratamiento de la viruela. Ambas aprobaciones se basaron en estudios experimentales y, aunque se desconoce su eficacia contra la viruela en seres humanos, en las pruebas de laboratorio, ambos inhibieron la proliferación del virus que causa la viruela y fueron eficaces en el tratamiento de animales que tenían enfermedades similares a la viruela.
- Además, el cidofovir, que no está aprobado por la FDA para el tratamiento de la viruela, podría usarse durante un brote bajo un mecanismo regulador apropiado (como un nuevo protocolo de fármacos en investigación o una autorización de uso de emergencia).
- En la actualidad, el tecovirimat y el cidofovir forman parte de la Strategic National Stockpile (reserva nacional estratégica) ( 2 Referencias del tratamiento La viruela es una enfermedad muy contagiosa causada por el virus de la viruela, un ortopoxvirus.
La tasa de letalidad es de alrededor del 30%. La infección natural se ha erradicado. La principal. obtenga más información, 3 Referencias del tratamiento La viruela es una enfermedad muy contagiosa causada por el virus de la viruela, un ortopoxvirus. La tasa de letalidad es de alrededor del 30%. La infección natural se ha erradicado. La principal. obtenga más información ). (Véase también CDC: Smallpox Prevention and Treatment,) El aislamiento de los pacientes con viruela es fundamental. En brotes limitados, los pacientes pueden ser aislados en un hospital bajo precauciones de transmisión aérea en una sala de aislamiento para infecciones transmitidas por el aire. En las epidemias masivas, puede ser necesario el aislamiento domiciliario. Los contactos deben mantenerse bajo vigilancia, que consiste típicamente en medición diaria de la temperatura; si presentan un valor de temperatura > 38 ° C u otro signo de enfermedad, deben aislarse en su casa.
2. Chittick G, Morrison M, Brundage T, et al : Short-term clinical safety profile of brincidofovir : A favorable benefit-risk proposition in the treatment of smallpox. Antiviral Res 143:269–277, 2017. doi: 10.1016/j.antiviral.2017.01.009 3. Chan-Tack K, Harrington P, Bensman T, et al : Benefit-risk assessment for brincidofovir for the treatment of smallpox: U.S. Food and Drug Administration’s Evaluation. Antiviral Res 195:105182, 2021. doi: 10.1016/j.antiviral.2021.105182. Epub 2021 Sep 25. PMID: 34582915.
El virus vaccinia está relacionado con la viruela y proporciona inmunidad cruzada. La vacuna ACAM2000 se administra con una aguja bifurcada sumergida en vacuna reconstituida. La aguja debe introducirse y retirarse rápidamente 15 veces en un área de alrededor de 5 mm de diámetro con fuerza suficiente para que salga una pequeña gota de sangre.
- El sitio donde se aplica la vacuna debe cubrirse con un vendaje para evitar la diseminación del virus a otras regiones del cuerpo o a los contactos cercanos.
- La semana siguiente a la vacuna el paciente suele presentar fiebre, malestar general y mialgias.
- La vacunación se considera exitosa cuando aparece una pústula hacia el séptimo día.
Las personas en las que no se identifican los signos mencionados de vacunación exitosa deben recibir otra dosis. La vacunación con ACAM2000 es peligrosa y no se recomienda en algunas personas, en especial aquellas con los siguientes factores de riesgo:
Sistema inmunitario debilitado (como en pacientes con sida o que reciben inmunosupresores) Trastornos cutáneos (en particular, dermatitis atópica ) Inflamación ocular Enfermedad cardíaca Edad menor de 1 año Embarazo
JYNNEOS se administra en 2 inyecciones subcutáneas con 4 semanas de diferencia. Está autorizada por la FDA para personas de 18 años y mayores. La vacuna JYNNEOS puede desempeñar un papel particular en la vacunación de personas en las que ACAM2000 puede estar contraindicada, como aquellos con estados de inmunodepresión o dermatitis atópica (véase la lista anterior).
- Sin embargo, las personas que tienen un sistema inmunitario debilitado pueden presentar menor respuesta a la vacuna JYNNEOS.
- Otra vacuna experimental a virus vivos, la vacuna contra la viruela de Aventis Pasteur (APSV), también está disponible en la Reserva Nacional Estragética en caso de emergencia.
Después de una sola vacunación, la inmunidad comienza a desaparecer después de 5 años y probablemente sea insignificante después de 20 años. Si las personas han sido revacunadas con éxito una o más veces, puede persistir cierta inmunidad residual durante ≥ 30 años.
- Los factores de riesgo de complicaciones de la vacuna con virus vaccinia capaz de replicarse (ACAM2000) incuyen trastornos cutáneos extensos (en particular, eccema), enfermedades o tratamientos inmunosupresores, inflamación ocular, embarazo, cardiopatías y edad menor de 1 año.
- No se recomienda la vacunación universal de la población debido a los riesgos asociados con esta práctica.
Las complicaciones graves se producen aproximadamente en 1 de cada 10.000 pacientes después de su primera vacunación (primaria) e incluyen:
Encefalitis posterior a la vacunación Vacuna progresiva Eccema vacunal Vacuna generalizada Miocarditis, pericarditis o ambas Queratitis por virus vaccinia Erupciones no infecciosas
La encefalitis posterior a la vacunación se identifica en 1 cada 300.000 receptores de vacunas primarias, típicamente entre 8 y 15 días después de la administración de la vacuna. La vaccinia progresiva (viruela necrosante) provoca una lesión cutánea vacunal (vesiculosa) que no cicatriza y se disemina en primer lugar a la piel adyacente, y luego, a otras áreas cutáneas, huesos y órganos.
Las complicaciones pueden aparecer tras la vacunación primaria o en la revacunación, pero se observa casi exclusivamente en pacientes con un defecto subyacente en la inmunidad celular. Pueden ser mortales. El eccema vacunal provoca lesiones cutáneas vacunales en áreas con eccema activo o incluso cicatrizal.
La vaccinia generalizada es el resultado de la diseminación hematógena del virus vacuna y causa lesiones vacunales en numerosos sitios del cuerpo, en general con evolución benigna. La queratitis por virus vaccinia ocurre raramente, cuando el virus vaccinia se implanta de forma inadvertida en los ojos.
- Algunas complicaciones graves de la vaccinia se tratan con inmunoglobulina contra la vacuna (VIG); se informó un caso de eccema tratado aparentemente con éxito con VIG, cidofovir y tecovirimat.
- En el pasado, los pacientes con riesgo elevado que debían vacunarse tras exponerse al virus recibían simultáneamente VIG en un intento por prevenir las complicaciones.
La eficacia de esta práctica se desconoce y los CDC no la recomiendan. La VIG sólo puede adquirirse a través de los CDC. La vacunación después de la exposición con una vacuna de replicación competente puede evitar o limitar significativamente la gravedad de la enfermedad y se indica a los miembros de la familia y los contactos personales estrechos de pacientes con viruela.
1. Pittman PR, Hahn M, Lee HS, et al : Phase 3 efficacy trial of modified vaccinia ankara as a vaccine against smallpox. N Engl J Med 381(20):1897-1908, 2019. doi: 10.1056/NEJMoa1817307 2. Petersen BW, Harms TJ, Reynolds MG, et al : Use of vaccinia virus smallpox vaccine in laboratory and health care personnel at risk for occupational exposure to orthopoxviruses: Recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP), 2015. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 65 (10):257–262, 2016. doi: 10.15585/mmwr.mm6510a2
No se han informado casos de viruela desde 1977, pero continúa la preocupación por su posible uso por el bioterrorismo. El diagnóstico se realiza por PCR. El tratamiento es sobre todo sintomático, pero se ha aprobado el uso de tecovirimat y brincidofovir; se puede considerar el cidofovir. La vacunación es altamente protectora, pero las complicaciones raras de la vacuna contra el virus competente en replicación (alrededor de 1:10.000) pueden ser graves. La inmunidad desaparece a lo largo de las décadas.
Los siguientes recursos en inglés pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de estos recursos.
¿Cómo se llamaba el virus de la viruela?
La viruela es una enfermedad causada por el virus Variola mayor.
¿Cómo se llama la nueva viruela?
La OMS recomienda un nuevo nombre para la viruela símica Ginebra (Suiza), 28 de noviembre del 2022 – Tras una serie de consultas con expertos mundiales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezará a adoptar en inglés el nuevo término preferido «mpox» como sinónimo de «monkeypox» («viruela símica» en español).
Ambas denominaciones se utilizarán simultáneamente durante un año, a medida que «monkeypox» se elimina de forma progresiva. La nueva denominación en otros idiomas, incluido el español, está siendo analizada por la OMS. Cuando el brote de viruela símica (comúnmente conocida como viruela del mono) se extendió a principios de este año, se observaron casos de un uso racista y estigmatizante del lenguaje en relación con este tema en conversaciones en línea, en otros entornos y en algunas comunidades.
En diversas reuniones públicas y privadas varias personas y países plantearon su preocupación y pidieron a la OMS que propusiera una vía para cambiar el nombre. La asignación de nombres a las enfermedades nuevas y, de forma muy excepcional, a las ya existentes, es responsabilidad de la OMS en el marco de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) y de la Familia de Clasificaciones Internacionales Relacionadas con la Salud, mediante un proceso consultivo que incluye a los Estados Miembros de la Organización.
¿Qué es la viruela en México?
La introducción de la viruela entre los mexicas se considera como un evento fundamental en la conquista de México. De la misma manera, se le atribuye, junto con el sarampión y el tifo, el despoblamiento de la Nueva España durante el siglo XVI.