En el otro final del espectro, el rex de Tyrannosaurus tenía 50 a 60 dientes cónicos sólidos tan grandes como plátanos. Hadrosaurs, o los dinosaurios pato-mandados la cuenta, tenía la mayoría de los dientes: ¡hasta 960 dientes de la mejilla!
¿Cómo son los dientes de un T-Rex?
Dentadura – Los dientes del Tyrannosaurus eran tan grandes como un plátano. Su tamaño y forma variaban en función de donde se encontraran dentro de la mandíbula, para aprovecharlos al máximo. A pesar de ello, sus dientes eran mucho más similares entre sí que los de los humanos.
Nuestros dientes están divididos en incisivos, caninos, premolares y molares, cada uno con una función específica, pero todos los dientes del Tyrannosaurus servían básicamente como cuchillos para trinchar carne. Otra característica nuestra esque nuestros dientes solo pueden cambiarse una vez, es decir, los dientes de los niños, llamados dientes de leche, se caen en el paso a la adolescencia y son reemplazados por un nuevo juego de dientes que tendremos que llevar toda la vida, pero el Tyrannosaurus no tenía que preocuparse de su higiene dental, pues poseían más de dos denticiones, ya que los dientes se caían con bastante frecuencia al morder a una presa y agitarla de un lado a otro.
Por eso, un diente nuevo crecía rápidamente para sustituir al diente perdido. Los nuevos dientes no paraban de crecer dentro de la boca, por lo que también expulsaban a los dientes más débiles. Gracias a esto, se cree que el tiranosaurio renovaba por completo su dentadura cada año.
¿Cuánto medía el diente de un T-Rex?
Se extinguió hace 65 millones de años – Tiranosaurio rex (granvalle.com) Seguro que en más de una ocasión has oído hablar del Tiranosaurio rex porque es el dinosaurio más conocido de todos. Protagonista de numerosas películas y libros, se extinguió hace 65 millones de años, y diferentes investigaciones científicas han permitido averiguar que fue el mayor depredador terrestre que ha existido nunca,
- Medía unos 12 metros de largo y cuatro metros de altura, según los resultados de los estudios realizados a partir de sus huesos.
- Dientes y alimentación Si hay algo que realmente llama la atención del Tiranosaurio rex es su boca: medía un metro de largo y cada diente tenía una longitud de 30 centímetros, nada más y nada menos.
Contaba con 60 piezas dentales: algunas eran afiladas y lisas, mientras que otras tenían bordes aserrados para machacar los huesos de sus presas, Visión La vista era su sentido más y mejor desarrollado. Gracias a la forma de su cráneo los investigadores han podido descubrir cómo veía este dinosaurio, y los resultados son asombrosos.
- Del mismo modo que los humanos, podía ver tanto lo que había delante de él como a ambos lados, algo que no es nada común entre los animales terrestres.
- Canibalismo Este dinosaurio necesitaba una gran cantidad de carne para poder sobrevivir.
- Restos de excrementos fosilizados contenían carne y huesos medio digeridos, lo que indica que tenía un metabolismo muy rápido.
Además, algunos huesos descubiertos tenían marcas de una dentadura como la suya, lo que demuestra que el Tiranosaurio rex se alimentaba de miembros de su propia especie. Velocidad Teniendo en cuenta su gran tamaño, parece lógico que el Tiranosaurio rex no fuera demasiado veloz.
- Se calcula que podría correr a una velocidad de hasta 40 kilómetros,
- Este dato ha permitido a los científicos deducir que era lo que se conoce como cazador oportunista.
- Es decir, acechaba a las presas y esperaba a que estuvieran cerca para saltar sobre ellas.
- Brazos cortos Una de las características más llamativas de su anatomía es que tenía unos brazos muy cortos,
Investigaciones recientes indican que el dinosaurio ni siquiera los necesitaba ya que su cuello y su cabeza tenían la suficiente fuerza para acabar con la vida de sus presas. Esperanza de vida Y, por último, la esperanza de vida del Tiranosaurio rex era de 30 años.
¿Cuánto vale el esqueleto de un T Rex?
Vestigio fascinante de esa edad primigenia es el esqueleto completo de un Tiranosaurio Rex que acaba de venderse en la casa de subastas Koller de Zurich por 5,6 millones de euros. Es la primera vez que se subasta en Europa un esqueleto de estas características.
¿Cómo nació el Tiranosaurio Rex?
Ciencias Naturales Seguimos Educando y aprendiendo acerca de los dinosaurios. En esta oportunidad nos preguntamos por sus modos de vida y reproducción 27 de agosto de 2020 Los dinosaurios eran animales ovíparos. Podían poner entre 20 y 40 huevos, que medían entre 30 y 60 centímetros y los depositaban en nidos que excavaban en la tierra.
- Posteriormente, los enterraban con la ayuda de arena, hojas o cualquier otro elemento capaz de proteger a sus crías de otros dinosaurios que quisiera robarlos o comérselos.
- En ocasiones, estas excavaciones eran abiertas, por lo que los dinosaurios invertían energía para que la cáscara de los huevos fuera de colores y se pudieran camuflar en el entorno.
Con el paso de los años, se comprobó la existencia de numerosos nidos de dinosaurio en un mismo lugar, lo que hace pensar que los adultos llevaban a cabo medidas de cooperación para controlar y proteger a todos los huevos de la manada.
¿Qué come el Tiranosaurio Rex?
¿Y qué comía exactamente? – Carne, mucha carne. Estos carnívoros subsistían únicamente de carne. Podían cazar presas de casi cualquier tipo; es probable que prefirieran a herbívoros y carnívoros más pequeños por ser más fáciles de cazar. Sin embargo, pocos se le resistirían gracias a su tamaño y a sus mandíbulas y dientes muy fuertes. Ciencia
¿Qué dinosaurio vence AT Rex?
«El rey de los lagartos tiranos». Este es el significado literal del nombre Tyrannosaurus rex, Para muchos, el mayor depredador terrestre de la historia de la tierra. Si embargo, en la tercera entrega de la saga Parque Jurásico presenciamos la muerte de un tiranosaurio, hasta ese momento, el dinosaurio más temido de la ficción,
El doctor Alan Grant y el resto de personajes huyen de la escena cuando Tyrannosaurus rex y Spinosaurus se enzarzan en una lucha a muerte. El enfrentamiento se salda con la victoria de Spinosaurus, que acaba rompiéndole el cuello a T. rex con un bocado. Si estos dinosaurios se hubieran enfrentado en la vida real, ¿quién ganaría? En la película, el villano protagonista es Spinosaurus, así que debía vencer a T.
rex para dejar claro cuál era el bicho más peligroso. Pero este no es el único enfrentamiento de Tyrannosaurus rex que podemos ver en la ficción. Otra cosa no, pero poner a pelear bichos muy fuertes entre sí, parece una de las aficiones favoritas del ser humano.
¿Qué significa la palabra tiranosaurio rex?
Tiranosaurio Rex el dinosaurio más temido | Oasys El nombre del famoso T-Rex o Tiranosaurio Rex proviene del griego latinizado y está formado por las palabras Tyrannus «Tirano», Saurus «Lagarto» y el latín Rex «Rey». De hecho, es la única especie de Tyrannosaurus.
¿Cuántos kilos de fuerza tiene la mordida de un T. Rex?
Un estudio concluye que los tiranosaurios juveniles tenían una mordida poderosa comparable a la de las hienas o cocodrilos modernos – 03/06/2021 Actualizado a las 09:44h. El grandioso Tiranosaurio rex era uno de los dinosaurios carnívoros más temibles. Con una masa corporal de entre 5 y 8 toneladas, alcanzaba los cuatro metros de altura y superaba los doce de longitud. Pero lo que lo hacía particularmente terrorífico era su mordida, la más poderosa de cuantos animales terrestres hayan existido jamás.
El mordisco de un ejemplar adulto podía ejercer 35.000 newtons de fuerza, Más del doble que el de un cocodrilo y casi ocho veces el de un león moderno. Una auténtica máquina de triturar que se forjaba desde los primeros años de vida. Investigadores estadounidenses creen que los tiranosaurios más jóvenes ya ‘entrenaban’ sus mandíbulas de campeonato.
En un nuevo estudio publicado en la revista ‘PeerJ’, señalan que los individuos juveniles eran capaces de morder con la fuerza de una hiena o un cocodrilo actuales. Los investigadores hicieron una réplica en metal de un diente en forma de cimitarra de un T.
- Rex de 13 años de edad, lo montaron en un bastidor de ensayos mecánicos que se utiliza habitualmente en pruebas de ingeniería y trataron de romper el hueso de una vaca.
- De esta forma, determinaron que un juvenil podría haber ejercido hasta 5.641 newstons de fuerza, la sexta parte de un ejemplar adulto,
En comparación, la fuerza de la mandíbula de un ser humano es de unos modestos 300 newtons. Las nuevas estimaciones son considerablemente superiores a otras realizadas anteriormente, que situaban la fuerza de mordida de los jóvenes tiranosaurios en unos 4.000 newtons.
- Los autores explican que este dato es importante para entender el ecosistema en el que vivían los dinosaurios, o cualquier animal extinto, qué depredadores eran lo suficientemente poderosos como para comer qué presa y con qué otros competían. Si los T.
- Rex juveniles «tienen hasta casi 6.000 newtons de fuerza de mordida, eso los coloca en una categoría de peso ligeramente diferente», señala Jack Tseng, profesor de biología en la Universidad de California Berkeley.
«Al refinar realmente nuestras estimaciones, podemos ubicar a los juveniles de manera más sucinta en una parte de la red alimentaria y pensar en cómo pueden haber desempeñado el papel de un tipo de depredador diferente al de sus padres adultos más grandes», indica.
El estudio revela que los tiranosaurios juveniles, aunque todavía no pueden aplastar huesos como sus padres de 30 o 40 años, estaban desarrollando sus técnicas de mordida y fortaleciendo los músculos de la mandíbula para poder hacerlo una vez que les salieran los dientes adultos. «Esto nos ayuda a medir la rapidez con la que la fuerza de la mordida está cambiando de juvenil a adulto, y a comparar con cómo está cambiando el cuerpo durante ese mismo período de tiempo», afirma Peterson, profesor en la Universidad de Wisconsin en Oshkosh y paleopatólogo, especialista en las lesiones y deformidades visibles en los esqueletos fósiles.
«¿Ya están triturando huesos? No, pero los están pinchando. Nos permite tener una mejor idea de cómo se alimentan, qué están comiendo. Es solo agregar más a esa imagen completa de cómo vivían los tiranosaurios, como creían y los roles que jugaron en ese ecosistema », dice.
¿Cómo era el T. rex antes?
El cuerpo musculoso del dinosaurio medía 12 metros (aproximadamente el tamaño de un autobús escolar) desde el hocico hasta la punta de su poderosa cola. Con un peso de hasta ocho toneladas, el T. rex vagaba por su territorio sobre dos fuertes patas y la cabeza erguida.
¿Cómo ataca el T. rex?
La dentellada de esta bestia del Cretácico era la más poderosa de todos los animales vivientes o extintos sobre la Tierra – Recreación de un Tiranosaurio rex 17/05/2017 Actualizado a las 17:26h. ¿Quién no teme al Tiranosaurio rex ? Esta bestia era un auténtico depredador, del que se dice poseía el mordisco más poderoso de todos los animales vivientes o extintos sobre la Tierra.
Tanto es así que investigadores de las universidades estadounidenses de Florida y Oklahoma aseguran que el monstruo del Cretácico era capaz de hacer puré los huesos de sus víctimas con una dentellada cuya presión equivalía al peso de tres coches pequeños al mismo tiempo. Pulverizar los huesos a mordiscos es una capacidad que normalmente se ve en los mamíferos carnívoros vivos como los lobos y las hienas, pero no en reptiles cuyos dientes no permiten masticar los huesos.
Sin embargo, los investigadores encontraron que este reptil prehistórico podía morder con cerca de 3.600 kilos de fuerza, que es más de dos veces la fuerza de mordida de los mayores cocodrilos vivos, campeones modernos en esta especialidad. Al mismo tiempo, sus largos y cónicos dientes generaban una asombrosa presión de 195.500 kilos por 6,5 cm cuadrados.
- Esto permitía al feroz tiranosaurio romper el hueso durante la mordida repetitiva similar a la de un mamífero.
- De esa forma, «podía consumir completamente los cadáveres de dinosaurios de grandes cuernos y hadrosáuridos pico de pato cuyos huesos, ricos en sales minerales, no estaban disponibles para los dinosaurios carnívoros más pequeños y menos equipados», dice Paul Gignac, profesor de anatomía y paleontología de vertebrados en Oklahoma.
Para generar el modelo del T. rex, los investigadores se fijaron en los cocodrilos, que son parientes cercanos de los dinosaurios, y compararon los resultados con los pájaros, que son los dinosaurios de hoy en día. A partir de su trabajo en los cocodrilos, se dieron cuenta de que las altas fuerzas de mordida eran sólo una parte de la historia.
Para entender cómo el dinosaurio gigante consumía el hueso, los investigadores también necesitaban entender cómo esas fuerzas se transmitían a través de los dientes, una medida que ellos llaman presión dental. «Que tenga una mordida muy fuerte no significa necesariamente que un animal pueda perforar el cuero o pulverizar un hueso, la presión de los dientes es el parámetro biomecánicamente más relevante», dice Erickson.
«Es como asumir que un motor de 600 caballos de fuerza garantiza la velocidad. En un Ferrari, seguro, pero no para un camión de basura». Actualmente, los desmenuzadores de hueso bien conocidos como hienas manchadas y lobos grises tienen dientes de oclusión que utilizan para fragmentar los huesos largos para acceder a la médula ósea en el interior.
¿Cuántos kilos de fuerza tiene la mordida de un T Rex?
Un estudio concluye que los tiranosaurios juveniles tenían una mordida poderosa comparable a la de las hienas o cocodrilos modernos – 03/06/2021 Actualizado a las 09:44h. El grandioso Tiranosaurio rex era uno de los dinosaurios carnívoros más temibles. Con una masa corporal de entre 5 y 8 toneladas, alcanzaba los cuatro metros de altura y superaba los doce de longitud. Pero lo que lo hacía particularmente terrorífico era su mordida, la más poderosa de cuantos animales terrestres hayan existido jamás.
El mordisco de un ejemplar adulto podía ejercer 35.000 newtons de fuerza, Más del doble que el de un cocodrilo y casi ocho veces el de un león moderno. Una auténtica máquina de triturar que se forjaba desde los primeros años de vida. Investigadores estadounidenses creen que los tiranosaurios más jóvenes ya ‘entrenaban’ sus mandíbulas de campeonato.
En un nuevo estudio publicado en la revista ‘PeerJ’, señalan que los individuos juveniles eran capaces de morder con la fuerza de una hiena o un cocodrilo actuales. Los investigadores hicieron una réplica en metal de un diente en forma de cimitarra de un T.
- Rex de 13 años de edad, lo montaron en un bastidor de ensayos mecánicos que se utiliza habitualmente en pruebas de ingeniería y trataron de romper el hueso de una vaca.
- De esta forma, determinaron que un juvenil podría haber ejercido hasta 5.641 newstons de fuerza, la sexta parte de un ejemplar adulto,
En comparación, la fuerza de la mandíbula de un ser humano es de unos modestos 300 newtons. Las nuevas estimaciones son considerablemente superiores a otras realizadas anteriormente, que situaban la fuerza de mordida de los jóvenes tiranosaurios en unos 4.000 newtons.
Los autores explican que este dato es importante para entender el ecosistema en el que vivían los dinosaurios, o cualquier animal extinto, qué depredadores eran lo suficientemente poderosos como para comer qué presa y con qué otros competían. Si los T. rex juveniles «tienen hasta casi 6.000 newtons de fuerza de mordida, eso los coloca en una categoría de peso ligeramente diferente», señala Jack Tseng, profesor de biología en la Universidad de California Berkeley.
«Al refinar realmente nuestras estimaciones, podemos ubicar a los juveniles de manera más sucinta en una parte de la red alimentaria y pensar en cómo pueden haber desempeñado el papel de un tipo de depredador diferente al de sus padres adultos más grandes», indica.
El estudio revela que los tiranosaurios juveniles, aunque todavía no pueden aplastar huesos como sus padres de 30 o 40 años, estaban desarrollando sus técnicas de mordida y fortaleciendo los músculos de la mandíbula para poder hacerlo una vez que les salieran los dientes adultos. «Esto nos ayuda a medir la rapidez con la que la fuerza de la mordida está cambiando de juvenil a adulto, y a comparar con cómo está cambiando el cuerpo durante ese mismo período de tiempo», afirma Peterson, profesor en la Universidad de Wisconsin en Oshkosh y paleopatólogo, especialista en las lesiones y deformidades visibles en los esqueletos fósiles.
«¿Ya están triturando huesos? No, pero los están pinchando. Nos permite tener una mejor idea de cómo se alimentan, qué están comiendo. Es solo agregar más a esa imagen completa de cómo vivían los tiranosaurios, como creían y los roles que jugaron en ese ecosistema », dice.
¿Cómo era la mandíbula del T Rex?
Reconstrucción del esqueleto del espécimen holotipo (CM 9380) de Tyrannosaurus rex del Museo de Historia Natural Carnegie – WIKIPEDIA MADRID, 27 Abr. (EUROPA PRESS) – Los dinosaurios Tyrannosaurus rex masticaban huesos manteniendo una articulación en su mandíbula inferior firme como un caimán, en lugar de flexible como una serpiente,
Una nueva investigación arroja nueva luz sobre un enigma que ha dejado perplejos a los paleontólogos. Los dinosaurios tenían una articulación en medio de sus mandíbulas inferiores, llamada articulación intramandibular, que también está presente en los reptiles actuales. Investigaciones anteriores han sugerido que esta articulación era flexible, como lo es en las serpientes y los lagartos, lo que ayudaba a los dinosaurios carnívoros a mantener a sus presas en apuros en sus mandíbulas.
Sin embargo, no estaba claro si las mandíbulas eran flexibles en absoluto, o cómo podían ser lo suficientemente fuertes como para morder e ingerir hueso, algo que el tiranosaurio hacía regularmente, según las pruebas fósiles. «Descubrimos que estas articulaciones probablemente no eran flexibles en absoluto, ya que los dinosaurios como el T.
rex poseen huesos especializados que cruzan la articulación para dar rigidez a la mandíbula inferior», señala John Fortner, estudiante de doctorado en anatomía en la Universidad de Missouri y primer autor del estudio, que se ha presentado la reunión anual de la Asociación Americana de Anatomía durante la reunión de Biología Experimental (EB) 2021,
Fortner y sus colegas utilizaron tomografías computarizadas de fósiles de dinosaurios y reptiles modernos para construir un modelo 3D detallado de la mandíbula del T. rex. A diferencia de los modelos anteriores, sus simulaciones incluyen hueso, tendones y músculos especializados que envuelven la parte posterior de la mandíbula. Para determinar si la articulación intramandibular podía mantener la flexibilidad bajo las fuerzas necesarias para atravesar el hueso, el equipo realizó una serie de simulaciones para calcular las tensiones que se producirían en varios puntos dependiendo de dónde se articulase la mandíbula.
Los resultados sugieren que el hueso que corre a lo largo del interior de la mandíbula, llamado prearticular, actuó como un sumidero de tensión para contrarrestar la flexión en la articulación intramandibular, manteniendo la mandíbula inferior rígida. El equipo planea aplicar su enfoque de modelado a otras especies de dinosaurios para dilucidar aún más la mecánica de la mordida entre los dinosaurios, y tal vez, ayudar a los investigadores a entender mejor las criaturas de hoy, también.
«Dado que las mandíbulas de los dinosaurios están construidas de forma muy parecida a la de los reptiles vivos, podemos utilizar la anatomía de los reptiles vivos para informar sobre cómo construimos nuestros modelos de mandíbula -explica Fortner-. A su vez, los descubrimientos que hagamos sobre la mandíbula del T.
¿Cómo se ve un diente de dinosaurio?
¿QUÉ NOS CUENTA UN DIENTE DE DINOSAURIO? MPZ2011/59 Un solitario diente de dinosaurio terópodo de Villanueva de Huerva Cuando vamos a lugares costeros y entramos a las tiendas de souvenirs pocas veces nos resistimos a llevarnos a la oreja una de esas enormes caracolas de mar para escuchar el sonido de las olas.
- En realidad es un efecto amplificador de aire en su interior vibrando por las perturbaciones sonoras externas.
- Quien escribe esto no suele hacer cosas tan obvias y si otras bastante más extrañas.
- Hoy visito los almacenes del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza y voy a llevarme a la oreja un diente de dinosaurio terópodo escondido en el fondo de un cajón con el firme propósito de redactar todo lo que me susurra.
Guardado en una cajita de plástico transparente, su procedencia, Poch2 (sur), y su nombre, MPZ2011/59, están escritos con rotulador negro. Todo comenzó hace unos 135 millones de años, en el Cretácico inferior, cuando los dinosaurios dominaban el planeta.
Para visitar su lugar de origen tengo que desplazarme 45 Km. al sur de la ciudad, al municipio zaragozano de Villanueva de Huerva. Situado en la margen izquierda del río Huerva y justo en el borde norte de la Cordillera Ibérica aragonesa, Villanueva tiene varios yacimientos paleontológicos donde se han encontrado restos fósiles de dinosaurios.
Uno de ellos, el denominado El Paso, es un yacimiento de icnitas o huellas fósiles acondicionado para poderlo visitar. De hecho, yo mismo soy el encargado de realizar las visitas guiadas al mismo. Pero este diente se encontró en un barranco al otro lado del río, en un yacimiento llamado Pochancalo. Barranco Morenillo en Villanueva de Huerva (Zaragoza). Foto: Jesús Martín He llegado. Mientras cruzo el río, no sin dificultad pues no hay puente cercano, se me ocurre llamar al Paleontólogo que descubrió el yacimiento hace más de 20 años: Samuel Zamora, en aquella época estudiante de la Universidad de Zaragoza y ahora Científico titular del Instituto Geológico y Minero de España.
Samuel es un buen amigo y me cuenta encantado su extraordinario hallazgo: «El once de Diciembre de 1998 fue un viernes más para casi todos los estudiantes de geología que se disponían a subir a un autobús en el campus de Plaza San Francisco para dirigirse a la localidad de Villanueva de Huerva, con el fin de aprender estratigrafía.
Ni para mí, ni para mi compañero de promoción Sergio Bajo, se trataría de un día más en nuestra licenciatura. El autobús salió puntual a las 8 de la mañana, y a eso de las 9.30, tras una breve pausa para tomar café, llegamos a nuestro destino. Nada más parar, nos llamó la atención un afloramiento de arcillas rojas en la margen derecha del Huerva que hacía un escarpe junto al río y afloraba razonablemente bien.
Nuestra profesora, la Dra. Beatriz Bádenas, nos explicaba que íbamos a aprender a hacer columnas estratigráficas de detalle en las facies Weald del Cretácico Inferior, en concreto en la Formación Villanueva de Huerva. Ese tipo de facies, aunque en edades ligeramente más modernas, había proporcionado restos de dinosaurios y otros vertebrados Mesozoicos en la Provincia de Teruel, en el entorno de Galve, pero nunca antes se habían encontrado restos directos de dinosaurio en Zaragoza.
Sergio y yo nos afanamos a nuestro trabajo, detallando en nuestro cuaderno centímetro a centímetro cada estrato de roca, su morfología, espesor y tipo de litología; una tarea que bien ejecutada proporciona datos muy importantes sobre el ambiente donde se depositaron unas rocas concretas.
- Cuando apenas habíamos medido cuatro o cinco metros de capas de roca, nos llamó la atención unos fragmentos de hueso que resaltaban en un estrato de microconglomerado de colores anaranjados.
- Sergio, que tenía más experiencia que yo en rocas similares, enseguida me dijo que se trataban de restos de hueso.
Durante varios minutos dejamos nuestra tarea de sedimentología para buscar más restos, pero tuvimos poca suerte. Entonces, le propuse a Sergio que a la hora de comer podríamos cruzar el río y pasar a su otra margen, donde esos niveles parecían mucho mejor expuestos. Yacimiento Pochancalo. Foto: Grupo Aragosurus-IUCA Llegó la hora de comer, y en vez de hacer lo propio, y acompañados de cierta emoción y entusiasmo, nos dirigimos hacia los afloramientos que a primera hora de la mañana habíamos divisado desde el autobús.
Tras cruzar el río, llegamos a un barranco, conocido como Pochancalo donde la erosión de las aguas superficiales había permitido que las rocas afloraran en buenas condiciones. Sergio prefirió seguir el barranco aguas arriba, y yo cortar la serie junto al escarpe del río. De repente, ¡allí estaba! En un bloque desprendido de microconglomerado había un fragmento de costilla de varios centímetros de longitud bien conservado.
Era el primer resto de vertebrado encontrados en la zona; poco después Sergio se acercó con varios fragmentos de hueso y lo más importante, una punta de diente muy bien conservada. Era de apenas dos centímetros pero conservaba muy bien sus bordes aserrados.
No había duda, se trataba de un fragmento de diente de terópodo. Empaquetamos todo bien y volvimos a nuestras labores de estratigrafía. Estábamos deseando llegar a Zaragoza para tratar de hablar con nuestro profesor de paleontología, José Ignacio Canudo, cuyo trabajo en los últimos años se había centrado en iniciar una nueva línea de trabajo sobre los reptiles del Mesozoico de Aragón.
Tras ponerlo en antecedentes, le enseñamos los restos y llegó la confirmación de un especialista en la materia: se tratan de restos directos de dinosaurios, los primeros de Zaragoza. Nos pidió que le proporcionásemos unos datos básicos del hallazgo, lugar, nivel aproximado, y lo más emocionante para nosotros en aquel momento, que le pusiéramos nombre al yacimiento, ya que habíamos sido sus descubridores.
- Tras mirar el mapa topográfico de la zona, nos pareció apropiado bautizar el yacimiento con el nombre del barranco homónimo donde se encontraba, Pochancalo, y así ha permanecido hasta la fecha.
- Durante varios meses» ¿Samuel? La comunicación se interrumpe, estoy llegando al barranco y me quedo sin cobertura.
No me da tiempo de comentarle que el barranco donde está ubicado el yacimiento en realidad se llama Morenillo, el barranco Pochancalo se encuentra unos 500 metros más al norte. No tiene importancia. Posteriormente al descubrimiento se realizaron diversas prospecciones y publicaciones para dar a conocer los restos fósiles encontrados en Villanueva de Huerva. MPZ2011/59 tal y como fue encontrado. Foto: Grupo Aragosaurus-IUCA Una vez llegado allí busco el afloramiento de microconglomerados donde apareció MPZ2011/59. Enseguida esa mezcla de clastos amarillos y rojos que lo componen salta a la vista. La pendiente dificulta el acceso pero allí están las rocas que cobijaban al diente hasta que un día fue extraído.
Por un momento cierro los ojos y veo aquellas fotografías que su descubridor, el Dr.José Ignacio Canudo, me mostró en cierta ocasión donde se podía ver el diente en el momento del hallazgo. Incompleto y bastante fragmentado fue preparado cuidadosamente en el laboratorio para dejarlo con el mejor aspecto posible y listo para ser observado y estudiado.
Aunque los dientes de los dinosaurios presentan diversas morfologías, los característicos del grupo de los terópodos son fácilmente reconocibles. Son dientes alargados, con un ápice puntiagudo y bordes con dentículos en forma de sierra. Lo que comúnmente se encuentra y llamamos diente es en realidad la corona del mismo.
El diente se completa con la raíz que resulta más difícil de encontrar unida al resto. La corona está compuesta por dentina y una capa de esmalte duro que la cubre, ésta puede estar ornamentada por estrías o surcos. Lateralmente la dividimos en tres partes asociadas al ápice, al centro y a la base. El borde del diente más cercano al labio se le denomina mesial y el borde contrario distal.
Ambos bordes suelen presentar carenas aserradas. Si vemos la corona en vista basal comprobaremos que su forma es claramente elíptica. Partes de un diente de dinosaurio terópodo. Creado por Jesús Martín a partir de una copia de un ejemplar encontrado en Galve (Teruel) Cualquier persona, sin necesidad de grandes conocimientos, al ver un diente de terópodo puede asociarlo a su alimentación.
Su apariencia en forma de cuchillo, de mayor o menor tamaño, con sus aserrados bordes nos indican que estos dinosaurios comían carne. Y, efectivamente, se trata de un grupo fundamentalmente carnívoro, de cazadores y carroñeros, salvo raras excepciones como los tericinosaúridos. A estas alturas creo que nadie tendrá duda del grupo de dinosaurios del que hablamos, Tyrannosaurus o Velociraptor son dos géneros de terópodos bien conocidos por todos y habituales en libros, salas de cine y jugueterías en los últimos 30 años.
Dentro del mundo científico también han tenido el mayor protagonismo de la Paleontología moderna por su intenso, y ya confirmado, parentesco con las aves actuales. Sí, sí, el mirlo que nos deleita al amanecer con su bellísimo canto o los pollos de la granja del tío Paco son verdaderos dinosaurios.
Está claro: ¡A los niños les encantan los dinosaurios! Incluso comérselos. La presencia de fósiles de terópodos no avianos (aunque no lo especifiquemos, vamos a partir de ahora a diferenciarlos así de los terópodos avianos; es decir, de las aves) en Aragón es, por el momento, escasa. Camarillasaurus, encontrado en el pueblo turolense de Camarillas, es el único descrito en nuestra región.
Tampoco podemos presumir de un gran número de estos dinosaurios en España, los más destacados son los encontrados en el yacimiento de Las Hoyas (Cuenca): Pelecanimimus y Concavenator, un extraordinario carcarodontosaurio con joroba ya famoso gracias al cine. Reconstrucción de Concavenator corcovatus. Dibujo: Jesús Gamarra En general, en el mundo, el porcentaje de huesos fósiles que se encuentran de dinosaurios herbívoros es porcentualmente mucho mayor que el de dinosaurios carnívoros. Tampoco podemos extrañarnos demasiado, al igual que en los ecosistemas actuales, los ecosistemas Mesozoicos tendrían el justo desequilibrio entre el número de depredadores y de presas.
Por otra parte, estamos acostumbrados a ver a los terópodos como grandes y temibles dinosaurios. En realidad la gran mayoría eran de talla media y pequeña, incluso tan diminutos como un gorrión. Sus huesos huecos y frágiles se fragmentarían con suma facilidad. Y recordemos que había terópodos de hábitos carroñeros dispuestos a triturar huesos y evitar que millones de años después pudiéramos encontrarlos.
Entonces: ¿Cuál sería la parte del esqueleto de este grupo de dinosaurios con más posibilidades de fosilizar y llegar hasta nuestros días? Miro una vez más el lugar donde apareció MPZ2011/59 y me doy cuenta que está cayendo el sol. Tengo que volver al pueblo.
En media hora y después de saludar como es habitual a algunos de los villanovanos conocidos en otras muchas visitas, me siento a tomar una café en el bar de la calle San Antón. Mientras saboreo el café me viene a la memoria aquella mañana de enero paseando con mi amigo Agustín por el barranco Morenillo cuando en una roca vi un diminuto brillo.
Me agaché para mirarlo detenidamente con la lupa de mano. Era un diente fósil de un crocodilomorfo, un antepasado de los cocodrilos actuales. Su esmalte lo había delatado. Los dientes son las piezas de la anatomía terópoda más resistentes y que más fácilmente podemos encontrar fosilizadas.
Los Paleontólogos han conseguido tal especialización en su estudio que son capaces de precisar la familia de terópodos a la que pertenecía la pieza. Un diente puede dar una información muy valiosa (aspectos morfológicos, biológicos y de biodiversidad) del individuo que lo perdió. Lo perdió, sí. Los terópodos no avianos reemplazaban sus dientes cada uno o dos años a lo largo de toda su vida.
Parece bastante obvio, imaginemos un Tyrannosaurus sin casi dientes y sin ninguna clínica dental cerca. En el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza hay depositados diversos dientes de dinosaurios terópodos encontrados en Aragón. El Dr.Antonio Alonso ha sido el encargado en los últimos años de estudiarlos. MPZ2011/59. Foto: Guillermo Cubero Enciendo mi ordenador portátil y me pongo a admirar a MPZ2011/59. Conserva el tercio central y buena parte del tercio basal de la corona (mide unos 7 cm. de longitud), aunque está incompleta por la zona distal, ha perdido la carena.
El tercio apical está ausente. Lo primero que llama la atención es el tono de color marrón rojizo del esmalte y los bonitos dentículos que conserva en la carena mesial. La longitud de la corona de este diente completa podría llegar a los 13 cm. ¿A qué familia de dinosaurios terópodos perteneció este diente? Eso es un secreto que guarda para ese joven paleontólogo o para ese consumado científico que un día se lo preguntarán.
MPZ2011/59 es un diente pendiente de estudiar, quizás nadie le ha admirado y se ha interesado en él tanto como yo. Cierro mi portátil, me despido y comienzo a caminar por las calles oscuras de Villanueva de Huerva. Levanto la mirada y ahí sigue el cielo estrellado, el mismo que arropó durante noches y noches a ese dinosaurio terópodo que todavía no conocemos.
Otros dientes de dinosaurios terópodos encontrados en Pochancalo En 2011 José Manuel Gasca, Ainara Badiola, José Ignacio Canudo, Miguel Moreno-Azanza y Eduardo Puértolas, miembros del Grupo Aragosaurus-IUCA, presentaron en las «V Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su entorno» celebradas en Salas de los Infantes (Burgos) los resultados de las prospecciones realizadas en el yacimiento Pochancalo de Villanueva de Huerva (Zaragoza).
En las actas de estas jornadas publicaron el artículo «La asociación de vertebrados fósiles del yacimiento Pochancalo 1 (Valanginiense – Hauteriviense, Villanueva de Huerva, Zaragoza, España)». En él describen los dientes de dinosaurios terópodos encontrados, a excepción de nuestro protagonista MPZ2011/59. Dientes de terópodos procedentes de Villanueva de Huerva (Zaragoza) y depositados en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, Fotos: Guillermo Cubero (A, B y C) y Grupo Aragosaurus-IUCA (D) En Pochancalo se han encontrado varios fragmentos de dientes de terópodos de tamaño medio-grande.
El MPZ2005/319 (C) es un fragmento de corona dental procedente de Pochancalo 1, conserva la carena distal con finos dentículos y una ornamentación vertical con suaves estrías en su esmalte. El MPZ2005/320 (B) procede de Pochancalo 2, un nivel estratigráficamente más moderno. Se trata de la punta del tercio apical de un diente de considerable tamaño en el que podemos distinguir los bordes aserrados en ambas carenas con dentículos de cierto grosor.
Ambas piezas se atribuyen a individuos de la superfamilia Allosauroidea (Gasca et al,, 2012), quizás podría tratarse de un carcarodontosaurio primitivo. Los carcarodontosaúridos eran ágiles depredadores a pesar de sus grandes dimensiones y robustez. Igualmente se han recuperado dos dientes de pequeños dinosaurios terópodos en Pochancalo 1 pertenecientes a la familia Dromaeosauridae (Gasca et al,, 2012).
Jesús MartínColaborador del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza20/07/2020
: ¿QUÉ NOS CUENTA UN DIENTE DE DINOSAURIO?
¿Qué comen los tiranosaurios rex?
¿Y qué comía exactamente? – Carne, mucha carne. Estos carnívoros subsistían únicamente de carne. Podían cazar presas de casi cualquier tipo; es probable que prefirieran a herbívoros y carnívoros más pequeños por ser más fáciles de cazar. Sin embargo, pocos se le resistirían gracias a su tamaño y a sus mandíbulas y dientes muy fuertes. Ciencia